Miles de personas clamaron para que sacaran de la cárcel a la señora de Fuerteventura condenada a cumplir seis meses por construir una vivienda en un espacio natural protegido. Una aplastante mayoría de periódicos, radios y televisiones se manifestaron considerando injusto y desproporcionado su ingreso en prisión. Faltó tiempo para que, ante un tema tan mediático, el Gobierno anunciara un indulto al que se adelantó velozmente la Audiencia de Las Palmas, que sacó a la señora del talego.

Afortunadamente, aunque la Justicia emana del pueblo, la administran en su nombre esos ciudadanos llamados jueces. La especialidad del pueblo no es hacer justicia, sino linchamientos y revoluciones. Pero eso que se llama el clima de opinión tiene una gran trascendencia en estos tiempos mediáticos que malvivimos y donde todo el mundo quiere salir de la mejor manera posible en la foto.

La mujer condenada en Fuerteventura, Josefa, ha sido presentada como una anciana abuela, de escasos recursos económicos y a cargo de sus hijos y nietos. No es, desde luego, una anciana. Y a la vista de sus familiares brindando por la noticia de su libertad y anunciando una chuleta da en su honor, tiene una importante cantidad de familia. A pesar de todo ello, soy de los que creen que Josefa nunca debió entrar en la trena. Ninguna persona debería ser condenada a penas de cárcel por haber colocado un bloque en un espacio público (ya sea Josefa, el presidente de la UD Las Palmas o Pepito el de los palotes). La pena habría de reducirse a la reparación del daño causado a la sociedad, es decir, a la retirada de lo construido y a la restauración del paisaje. Lo otro es un castigo que en nada beneficia a los intereses de los ciudadanos.

Hay tanto exotismo en esto de los dominios públicos que resulta confuso. A poco que te pases por las costas de nuestras islas, por ejemplo, puedes observar cientos de construcciones que invaden esos dichosos dominios públicos. Hay espacios naturales protegidos donde existen hoteles cuya legalidad ha sido reconocida por los tribunales, como el polémico de El Algarrobico en el Parque Natural del Cabo de Gata. Sin ir más lejos en Lanzarote hay una ristra de hoteles de lujo ilegales y tan campantes. Y muchos de los hoteles de la red de Paradores son edificios considerados históricos o están situados en parques nacionales, como es el caso del de Tenerife, que está en pleno corazón del valle de Ucanca, a las faldas del Teide. La empresa Paradores Nacionales S.A. está inmersa en pleno proceso de privatización, con lo que un día de estos algunos empresarios serán los dueños de casi un centenar de vetustos edificios construidos algunos de ellos en espacios protegidos y en pleno dominio público. ¿Irán también ellos al talego?

Tres días cumplió Josefa. Suerte que tuvo. No hay nada más diligente que la prisa de quienes pierden el culo por apuntarse un tanto mediático.