Una de las condiciones esenciales para llegar a ser ministro debiera ser tener cierta inteligencia emocional. Pero parece ser que no. Por eso puede escucharse a todo un titular de una cartera ministerial decir que con los miles de refugiados sirios que van a llegar a España seguramente van a colarse algunos terroristas islámicos que cualquier día nos pondrán una bomba en una ciudad española.

Es posible que entre los cientos de miles de sirios que huyen de la guerra y del terror se hayan camuflado algunos terroristas. Es igual de posible que se hayan camuflado en los pasajeros del último vuelo a Barajas procedente de Milán. Pero no hay que suspender los vuelos de Iberia con Europa ni debe cuestionarse la ayuda a cientos de miles de personas porque puedan colarse algunos indeseables.

Y es que la crisis humanitaria está cosechando mucha estupidez política. Mariano Rajoy, por ejemplo, ha dicho que el problema de Siria hay que tomárselo en serio. Ya el conejo me desriscó la perra. Eso es como caerse de la higuera. ¿Es que hasta ahora se ha tomado a coña? El "problema" de Siria es una guerra civil generada en el contexto de la bochornosa intervención de los aliados de la OTAN en África y de la ya tradicional complicidad de esa charca de cocodrilos llamada ONU, el club que fabrica las coartadas legales a todas las barbaridades de los poderosos.

Millones de personas han descubierto que resulta muy práctico llevar el problema a las puertas de aquellos que lo han causado. Siria tiene poco petróleo. Por eso no ha tenido una "Tormenta del Desierto" o una "Libertad Duradera". Los aliados no han lanzado ningún despliegue libertario sobre el país, porque para empezar no sabrían a qué bando enfrentarse. Como Siria no es Libia, ni Irak, la única acción que los aliados se han planteado es la operación "Mirar para otro lado".

Las consecuencias están llamando a Europa. Y el efecto dramático ha contagiado a los telediarios. La televisión, esa gran conductora de la manada social, está llevando a los hogares de millones de votantes las imágenes más desgarradoras de esos emigrantes detenidos por alambradas: madres desconsoladas, niños de ojos grandes y tristes, cadáveres flotando en las aguas... Si eres ministro y no tienes corazón, carajo, por lo menos ten algo de cerebro.

España recibirá a miles de refugiados sirios. Y quienes cobran por ello tendrán que velar por la seguridad de los ciudadanos, como hacen todos los días. Si se cuela algún terrorista seguramente lo detectaremos como se hace todos los días. Será más fácil descubrir algún islamista radical entre miles de inmigrantes que a un tonto entre los candidatos a un ministerio cualquiera.

Luego arreglamos el problema de Siria. ¿Cómo? Pues tomándolo en serio. Y cuando acabemos con eso le metemos mano al paro. También nos lo tomaremos en serio. Que ahora resulta que Mariano Rajoy ha descubierto la clave, la piedra filosofal de la política contemporánea. Tomarnos los problemas en serio. Nos ha jodido el gallego, qué listo es.