Una torpeza oficial imperdonable ha vuelto a recordar a esta sociedad consumidora de noticias rápidas un viejo caso sin resolver. El 31 de julio de 2006 una niña de 14 años había quedado con un amigo en un centro comercial de Las Palmas. Sara Morales nunca llegó y nada se ha sabido de ella hasta hoy. Un año después, en 2007, también en Gran Canaria, Yeremi Vargas, un niño de siete años, desapareció sin dejar rastro. Dos desapariciones en una isla de apenas un millón de habitantes. Las fuerzas de seguridad del Estado han hecho todo lo que han podido, dicen. Será cierto pero no ha funcionado. Los años han pasado y los casos sin resolver se van quedando atrás en la memoria. Sólo las familias siguen viviendo con ese vacío que nadie es capaz de llenar. Hasta que llega un ministro bocazas y nos vuelve a recordar que esta sociedad no puede encontrar a sus niños perdidos.