Mientras en España los grandes establecimientos comerciales celebran la creación de 20.000 puestos de trabajo en dos años, en Canarias un solo sector, como es el turístico, lleva creados 30.000 puestos en ese mismo periodo. Eso sí, nos pasamos todo el día demonizando injustamente a los empresarios del sector, porque algunos creen que es insuficiente.

El turismo, por sí solo, no nos sacará del atolladero en que nos metió la crisis, que llegó a la sonrojante tasa de desempleo del 30% de la población. Por ello, es un ejercicio de responsabilidad mirar lo que pretende la eurozona, que, alarmada por una tasa de desempleo del 11%, propone como respuesta la aprobación de una profunda reforma laboral europea que vaya más allá de la situación de cada país, pues territorios que compiten con nosotros, tales como EEUU o el Reino Unido, ya gozan de una tasa de desempleo del 5%.

La reforma laboral que realizó España por su cuenta ha sido insuficiente, y no ha aprovechado el momento de la economía para hacer reformas en profundidad, y, además, cuando los empresarios han pedido amparo a la Justicia, la postura de la sala de lo social no ha hecho otra cosa que enfrentarse a la reforma laboral interpretando algunos aspectos de manera restrictiva.

Sin posibilidad de intervenir en los tipos de interés, ya en límites muy bajos, ni en la paridad de la moneda, ni, por supuesto, en incrementar el déficit público, la reforma laboral y la política fiscal son, casi, la única solución para recuperar un empleo que llene las arcas del Estado y devuelva al mercado su natural confianza.

Europa propone nuevos tipos de contrato o un Fondo Austriaco o cuenta nocional sueca, donde hacer aportaciones privadas a los fondos de pensiones que darían más estabilidad a los puestos de trabajo, mayor competitividad a la economía y más fondos al Estado para inversión pública y políticas activas de empleo.

Sería un fracaso que con esta reforma del empleo en la eurozona España se quedara, como ocurre tradicionalmente, en un 12% o Canarias en torno al 18% como tasa de desempleo estructural.

Seamos europeos para recuperar el empleo y dejemos de mirarnos en el espejo de los países en desarrollo. No se trata de recibir, únicamente, fondos e inversiones, sino de comprometernos en un Estado del bienestar sostenible abrazando políticas comunes de convergencia económica.