Su uso continuado provoca dependencia, una extraña sensación de empatía y conocimiento en niños, mujeres y hombres de todas las edades. Si su uso no obtiene los resultados esperados, es conveniente leer nuevamente las indicaciones. La receta se puede emitir en cualquier establecimiento autorizado para la cultura, sin necesidad de parámetros que midan la clase social, la religión o el sexo. Se trata de la verdadera medicina para el avance y progreso de una sociedad, la forma más altruista de convertir al hombre en un ser libre: los libros.

La lectura se presenta en Canarias como una de las asignaturas pendientes de las administraciones públicas, con datos que evidencian que leer supone una costumbre poco asimilada entre la población: la mitad de los canarios nunca lee, según la encuesta elaborada por el Instituto Canario de Estadística (Istac).

Sin duda, se carece de un compromiso férreo y contundente del Gobierno de Canarias en pro de la cultura del libro, de la puesta en marcha de campañas de concienciación sobre la necesidad de leer, de entender el entorno y sus agentes, y sobre todo de convertir a las bibliotecas en centros de aprendizaje e intercambio de ideas dejando de lado la concepción de estos "espacios de sabiduría" como planchas de hormigón para que los universitarios estudien.

Recuerdo una conversación con la poetisa y Premio Canarias de Literatura 2015, Cecilia Domínguez, en la que requería la educación de la lectura en los colegios y en familias desde la base; también, mayor dedicación de los medios de comunicación a la cultura, dado que para ella la media evidencia el resultado: "¿Cuánto se dedica en un periódico o televisión a deportes y cuánto a cultura?". Ahí la respuesta.

Quizá podríamos llegar a comprender el fraude y el hostigamiento del Gobierno regional del expresidente Rivero a los dependientes tomando como referencia la moraleja que se exprime en "Crimen y castigo" o en "Luces de Bohemia" para entender el sorprendente parecido de algunos políticos con las ilusiones de Max Estrella, personaje de Ramón del Valle-Inclán. También "Madame Bovary", para reflejar en nuestro tiempo el uso intencionado de la foto con el pobre para reconciliar las malas intenciones y las aspiraciones frustradas de los hacedores del bien común.

Casos como consejeros que no se han leído un libro en su vida o concejales de Cultura que creen que Antonio Machado es un cantante de salsa pueblan nuestro panorama más folclórico. Un gobierno que apoya la cultura y bendice la lectura como elemento indispensable de avance social es un gobierno fiable. Ya lo dijo el periodista y escritor argentino Nicolás de Avellaneda: "Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él".

@LuisfeblesC