Oyen pero no escuchan. Miran sin observar más allá del pleno, de juntas o comisiones, cunas de la inacción donde algunos politiqueros y próceres de la buena fe constatan que las artes circenses empatan de forma segura con la praxis política. Nacionalistas bipolares, socialistas de franquicia o liberales "hipster" pululan en el escenario político canario soportando el peso de las principales pasiones pecaminosas de la vida pública: los cinco pecados capitales del tripartidismo regional.

La soberbia aparece como el primer pecado capital a manera de facultad innata de los principales partidos que han gobernado el Archipiélago en los últimos años. Cualquier fuerza renovadora con apoyo popular es automáticamente sentenciada como populista; la lucha contra el sistema de corte clientelar es vista como una afrenta al poder establecido, especialmente por aquellos que mantienen en sus filas a imputados por corrupción. Siempre negarán el supuesto delito.

La avaricia siempre está presente en el ciclo vital del político: "Supeditarás la gobernabilidad de Canarias sobre todas las cosas". Tanto es así que, con más de 300.000 parados, el inicio del mandato se sustenta en los porcentajes; dan igual los programas de gobierno y la inestabilidad de un acuerdo entre CC y PSOE que ya suena a chácaras oxidadas.

Toca la lujuria, y quién mejor que el PP para sentir la adicción al poder esperando detrás de la puerta a que las elecciones generales puedan hacer temblar el tablero regional e insular con una eventual victoria de los populares. Por el momento, palabras bonitas a Carlos Alonso, medallas en financiación para carreteras y... a esperar.

¿Qué ciudadano no ha sentido ira en algún momento? Ira, tal y como la sienten los 600.000 canarios en situación de exclusión social que escuchan absortos el número de 64.500 nuevos empleos que promete la consejera Rosa Dávila, o la desesperación contenida de las 53 familias canarias en riesgo de desahucio.

El quinto y último pecado es la gula: la glotonería de la dualidad de cargos. Da igual que se hayan quedado fuera, siempre habrá alguna viceconsejería o dirección general donde colocar a los buenos samaritanos. Si hablamos de apetito, es imposible obviar el de ciertos consejeros en el Cabildo (oposición) que cobran como alcaldes o ediles y niegan la posibilidad de derivar sus dietas a fines sociales, eso sin contar con el personal municipal de Santa Cruz de La Palma que pone gasolina en sus coches particulares con bonos del ayuntamiento bajo auspicio de sus dirigentes.

Todos los partidos que aparecen citados en el texto no son producto de la imaginación; cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

@LuisfeblesC