Mal empieza el nuevo consejo de la Radiotelevisión Canaria. No porque sus miembros tengan diferencias de opinión y discusiones a voz en grito, que hasta puede ser normal, sino porque trasciendan. Una de las condiciones para poder trabajar con cierta tranquilidad es que la vida de las instituciones no se intoxique con una excesiva exposición a los escándalos mediáticos. La televisión autonómica parte de una difícil situación; sin recursos económicos y con una polémica judicial abierta. Si además su órgano rector se va a convertir en un visitante asíduo de los cotilleos políticos, van a hacer un pan como unas tortas. Bastante difícil es la tarea que tienen por delante como para complicársela aún más con guerras intestinas y peleas que luego van a contar a la calle.