En estos días con tanto festivo de rostro desdibujado, con lluvia pasajera que amenazaba con meternos de verdad en el otoño y luego, como se ha visto, todo ha quedado en nada, yo me quedo, sin duda, con lo dicho el lunes en EL DÍA por Carlos Alonso, presidente del Cabildo de Tenerife.

Alonso (de CC), preguntado sobre su relación actual con Aurelio Abreu, el supuesto hombre fuerte del PSOE en la Corporación insular, aseguró que, "desde el punto de vista personal, las relaciones son muy buenas [con Abreu]", y añadió: "No veo problemas que me lleven a pensar que el pacto [en el Cabildo] no esté funcionando". Este Alonso, y lo digo por si hay algún despistado, es el mismo que hace algo más de una semana amenazó a Abreu y los suyos con destituirlos.

Si eso mismo que sostiene Alonso lo planteamos de forma callejera, tenemos que el presidente tinerfeño se lleva a las mil maravillas con el líder socialista en el Cabildo y que el pacto de Gobierno insular entre CC y PSOE está muy bien engrasado y camina según lo previsto, también a las mil maravillas.

Todo esto significa, por hacerlo aún más digerible, que no hay problema alguno entre los dos partidos que mandan en el Cabildo (uno más que otro) y los jefes de ambas tribus: Alonso-Abreu. Que quede claro, muy claro. Alonso se lleva mejor que nunca con Abreu y a éste es habitual escucharlo diciendo maravillas del primero. En efecto, así mismo es, y estoy tan seguro de ello como de que la festividad del Pilar dio paso ayer a una autopista del Norte sin colas en la franja horaria de la vergüenza.

Después de los últimos devaneos de Alonso, tras apuntar a diana equivocada, jamás de forma gratuita, se puede decir que todo sigue igual en el frente, y lo que es peor, así seguirá en los próximos años, sobre todo porque las soluciones que se arbitren para combatir tremendo problema estructural no llegarán, por mucho que Alonso lo aparente, en pocos años y mucho menos en meses. Así que, conductores y acompañantes, tengan paciencia, y más de la cuenta, que la necesitarán si quieren evitar males mayores.

En la crisis de las carreteras, que no se apellida Anillo Insular sino colas en la TF-5, poco se habla de las medidas de transporte colectivo y público; ya casi nada de trenes (sorprendente, ¡verdad!), la gran baza del Cabildo, y mucho menos de abrir un debate riguroso y técnico, a la vez que amplio, para alcanzar soluciones coyunturales de interés, siempre con sus respectivos presupuestos.

De esto hay poco o nada, tanto como la capacidad plena de coordinación entre las administraciones implicadas en aquel colapso de tráfico: el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Tenerife. Acerca de esta relación, tengo serias dudas sobre si Alonso se lleva igual de bien con José Luis Delgado, hoy director general de Carreteras en Canarias y antes en esa idéntica área en el Cabildo, que con Aurelio Abreu.

Alonso ideó un plan para sacudirse las colas de la TF-5, que hoy enseñan el mismo problema gravísimo de hace 15 o 20 años (o sea, la inoperancia política), y pensó aquello de que "en aguas revueltas, ganancia de pescadores". Ahora se ha visto, de un día para otro, sin caña, anzuelo ni carnada, y además con el aviso de que la mar virará a calma, por lo tanto ya sin opción de llenar el cubo.

A veces ocurre que uno sale de caza con la idea de que conseguirá el mejor botín y resulta que al final lo que logra es recoger velas, redefinir estrategias y tener encima, vivo, el efecto nada colateral de un proceso judicial que promueve la Fiscalía provincial a cuenta de 17 millones de euros por supuesta mala gestión pública, en Carreteras y en el Cabildo.

Esta mañana [por ayer], me informan desde un coche aficionado al colapso en la TF-5, de que han vuelto las colas, y ello debido a que la realidad dicta que la solución sigue siendo la misma: no hay solución. Suenan las bocinas.

@gromandelgadog