Tal vez alguien explicará, alguna vez, por qué un juez militar declaró bajo secreto de sumario las investigaciones sobre el helicóptero desaparecido. Porque si fue bastante extraño que se decretara un secreto que nadie sabía a qué afectaba, más raro todavía es que se haya levantado cuando se encontró ayer la cabina del aparato siniestrado. No es lo único raro en este caso. La posición de su hundimiento se debía conocer por un barco holandés que lo tuvo a su costado y avisó que estaba flotando y que no había nadie a bordo. ¿Se pudo mover a tanta distancia como para tardar tantos días en localizarlo a una profundidad de cuarenta metros? En todo caso, si los tripulantes no están dentro de la cabina se cerrará una angustia y empezará otra.