Tombuctú fue una ciudad mítica envuelta por el misterio, que despertó una pugna entre los europeos por llegar hasta ella en los albores del colonialismo africano. Las sociedades africanistas europeas se encargaron, en parte, de las expediciones exploradoras y científicas, tras las cuales se afincaba el colonialismo francés, inglés, portugués o, muy posteriormente, español. Tombuctú, se suponía, poseía mucho oro o era centro de caravanas que lo portaban. Sin embrago, el valor cultural es aún más sobresaliente hasta hoy en día, ya que se le llama la ciudad de los trescientos treinta y tres santos, no muy bien vistos por el islamismo más ortodoxo; el islam africano es mucho menos rigorista que el árabe, aunque sus eruditos puedan compararse. La mezquita mayor de esa ciudad hecha de adobe es un modelo de la arquitectura religiosa de toda la zona: el antiguo imperio songhai. Pero el mayor legado o tesoro cultural son los miles de pergaminos y manuscritos que conserva. Parte de la memoria histórica de los andalusíes, moriscos y renegados está o estaba depositada hasta 2012 en un museo de esa ciudad construido por la Junta de Andalucía.

De no ser por la editorial Almuzara que dirige el antiguo ministro Manuel Pimentel, apenas sabríamos de las notables gestas de aquellos hispanos musulmanes de hecho o de origen, que expulsados de la Península, y al servicio del sultán de Marraquech, conquistaron Tombuctú y el imperio songhai y que luego lo gobernarían durante más de 100 años (S XVI y XVII). Mucho más al sur que el actual Sáhara (englobado), en la Curva del Níger. El artífice de la conquista fue un morisco de Almería, Yüder Pachá. Ortega y Gasset consideró aquella la mayor hazaña de los españoles en África, aunque fueran expulsados andalusíes, moriscos y renegados, no por ello dejaban de ser españoles. Pero ya de antes había un grupo local que había adquirido por mezcla el color negro de piel y que les habían precedido desde la Península.

El filósofo, escritor y erudito, Ismael Diadié, tuvo que preservar el legado aquel de los hispano musulmanes exiliados en 2012 de Malí, poniendo a salvo de los islamistas el fondo familiar de los Kati. Es coautor con Manuel Pimentel del libro Tombuctú.

Todo arranca de cuando los visigodos divididos afrontan la invasión musulmana, y muchos se convierten al islam. Dicen Diadié y Pimentel que, aunque parezca raro, hubo godos que mudaron de piel tras asentarse en Malí y mezclarse. La propia familia de Diadié provenía de Toledo.