A la política canaria hay que situarla en algún bar. Nos sirve también una bodega donde a manera de malagueña se retrate el tenderete de la pintoresca vida pública en el Archipiélago. Aunque nos quede un poco lejos, acertó Camilo José Cela con "La colmena" para dibujar una sociedad amarga y áspera como crónica del Madrid de la posguerra, aquella que tenía su punto de encuentro en el café de doña Rosa.

Sin embargo, para no fomentar el pleito insular, decidimos que Soria sitúe la cantina en el meridiano de Greenwich. En la mesa de la entrada, por si hay que hacer un "simpa" para las elecciones, vemos al PSOE. Sin levantar mucho la voz, piden cortados, descafeinados y con sacarina, no vaya a ser que se les suba el azúcar y osen exigir a sus socios de Gobierno que dejen de adorar al gerifalte popular.

En la mesa de siempre, a la espera de que levante la vista el camarero, las jóvenes promesas del PP Antonio Alarcó y Pablo Matos piensan ya en sus carajillos, revueltos pero no agitados: "Pablo, yo no me veo tan viejo para el Senado, todavía puedo aportar cosas nuevas", a lo que el segundo responde: "Claro que sí, Antonio. Grita conmigo, ¡somos la renovación, somos la regeneración!".

Todo bar necesita a Coalición Canaria y, para eso, en una de las esquinas, el soliloquio de Carlos Alonso: "Bueno, ahora pensando que igual eso de ir al Congreso me quita algo de tiempo; aunque, claro, con el wifi puedo dirigir el Cabildo desde Madrid y los viernes ir a los plenos. Pues listo. Le digo a Ana que sí, que juntos seremos el gas que necesita esta tierra". No podía faltar el jefe. Ahí estaba Fernando Clavijo, con las navidades a la vuelta de la esquina, preguntándose qué le iba a regalar a Soria después del obsequio electoral del IGTE.

No venía en el guión, pero en esta historia se cuela un vendedor de cupones que irrumpe en la cafetería para curiosear y aportar una reflexión: "Si con el PP estamos tan bien, que en tres meses hemos hecho más que en cuatro años, ¿para qué queremos los canarios al PSOE?". Bueno, la verdad es que el único que contestó fue Manuel Domínguez; Aurelio Abreu miró para otro lado, o por lo menos eso dicen.

En la sala de billar, Ciudadanos ríe. Ponen buena cara. Son la cara amable de la política en Canarias: "Oye, que no me enteré bien y luego me preguntan y no quiero meter la pata. Nosotros somos de centro y hasta que no sepamos el ganador de las elecciones estamos en contra de PP, PSOE y CC, ¿verdad?".

En cualquier bar que se precie, la barra debe estar siempre ocupada por el que comanda la silla giratoria. Suele tener ese privilegio aquel que fue y ya no lo dejan ser. Ahí estaba Paulino Rivero. Con una copa de cicuta disfrazada de malvasía, se dirigió a sus colegas: "Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos".

Como en la obra maestra de Camilo José Cela, en la colmena canaria las vidas se cruzan, con paralelismos y repeticiones, con más realismo que ficción. Al final, la cuenta la pagamos nosotros, la de ellos y la nuestra.

@LuisfeblesC