Pese a que hemos reproducido tantas veces los mismos errores; pese a que hemos fracasado en demasiadas ocasiones por aplicar siempre las mismas recetas, la crudeza de las crisis que se repiten cíclicamente no nos motivan a reflexionar sobre un cambio de modelo, sino que, en la mayoría de las veces, optamos por aferrarnos a la enorme fragilidad de las mismas salidas que, tarde o temprano, terminan siendo la puerta a un nuevo fracaso.

Somos incapaces de aprender. La cortedad de vista nos impide mirar más allá del presente. Las condiciones cambiantes de nuestro espacio social y económico, la inestabilidad política y el pluralismo de ideas ralentizan o paralizan las decisiones que sabemos de antemano que representan la solución.

La política supone la planificación del futuro, no solo la gestión del presente. Una planificación para explorar y ofrecer oportunidades a las futuras generaciones, pero también para evitar que se reediten las frustraciones del pasado por la ineptitud o por la inercia de la gestión diaria.

Uno de los mayores desafíos actuales es introducir procedimientos de reflexión en una vida política que suele estar dominada por lo inmediato.

Las mesas de diálogo que organiza el Gobierno de Canarias han servido para demostrar que la implicación colectiva es mucho más importante y tiene mucha más fuerza que un presupuesto económico. Existe mucho conocimiento disperso en Canarias. Y tenemos que ser capaces de beneficiarnos de ese saber en un momento en el que la producción colectiva de conocimiento se ha incrementado notablemente gracias a la irrupción de las nuevas tecnologías.

Si la gestión del pasado se hubiese planificado en espacios de diálogo más abiertos, y menos herméticos, es más que probable que hoy viviésemos en un territorio con más fortalezas que debilidades en nuestra estructura económica.

Un buen gobernante es aquel que está dispuesto a aprender. Que está abierto a articular los intereses colectivos y a cimentar una inteligencia en red en todo el Archipiélago. El objetivo es crear ecosistemas de conocimiento en los que se analicen los cambios que son necesarios, los posibles efectos indeseados y, además, elabore una agenda y una evaluación compartida de las políticas.

Canarias es una sociedad madura que necesita dotarse de nuevos espacios de intercambio de ideas para repensar en qué hemos fallado y qué oportunidades debemos poner sobre la mesa para no volver a reproducir sistemas del pasado.

Frente a la agitación superficial y teatralizada de determinadas fuerzas políticas y el ruido que aflora en los procesos electorales, es imprescindible abogar por una política inteligente y reflexiva. Un proceso que sitúe a la política a la altura de las circunstancias de una crisis que solo se podrá superar si impulsamos aquellas alternativas que nos permitan avanzar hacia un nuevo modelo productivo a través de un proyecto conjunto abierto a las instituciones, a las empresas privadas, los agentes sociales, los emprendedores y las Universidades.

Ciento sesenta millones anuales nunca serán suficientes para financiar un proyecto tan ambicioso como el que representa el cambio de nuestro modelo económico, pero mucho más importante que una simple cifra es convencer a todas las partes que, con o sin los apoyos necesarios, es más ilusionante y esperanzador que todos nos creamos que ha llegado la hora de abrir las puertas a ese proceso. Y para eso no se necesitan planes, ni estrategias; solo se necesita convicción.

*Presidente del Gobierno de Canarias