No ocurre todo los días que un teniente general y unos jueces sean reclutados por un partido antisistema. Parte de las columnas del sistema, los que desde el inicio de su vocación decidieron componerlas, de repente han descubierto una proposición filosófica: la antítesis, que habitaba en su propio mundo interior. ¿Hegelianos, marxistas...? Han de estar más del lado del espíritu absoluto de Hegel. Los últimos hegelianos, realmente.

En la otra banda, las movilizaciones del 15-M de Sol, la natividad de Podemos. Allí se concentraron todos los perroflautas de Madrid, aunque todos no lo eran; había paisanos que en siglos anteriores hubieran sido milenaristas: anabaptistas, munzerianos..., poseídos por el anhelo de ruptura y el horizonte de utopías (que han demostrado ser el gran ángel exterminador).

Academia Militar de Zaragoza, años 60 del siglo pasado, Franco triunfal, su ejército y su idea de patria, y jóvenes de pecho inflamado como el general Julio Rodríguez, que sirvió al franquismo durante todos sus años de rebelde juventud. Este general, que viste como si fuera a la Complutense, pero que en Políticas de Somosaguas resultaría sospechoso, al ser de aviación siempre dispuso de paracaídas, incluso para huir de la vejez.

Los jueces no lo tuvieron mucho mejor: estudios de derecho, oposiciones, destinos, leyes, jurisprudencia, sentencias, una cosmovisión en retícula y de estructuras conformando el mundo de los fenómenos humanos. La pirueta de estos es fantástica, es como pasar de los jesuitas a una casa de okupas.

Aunque pensándolo mejor, no es que hayan optado por la auto-organización, asambleísmo de pequeños grupos activos, la disipación de normas, poderes populares alternativos, sino que se les queda muy corta la ley y el orden, porque piensan que no sirven y están hartos. Entre el sistema y la moral, apuestan por esta. Su descuelgue del derecho es por lo mejor de él, por sus garantías y procedimientos, prefieren los grandes mensajes de corte radical con el "Mal". Siempre han detestado la política. Por de donde vienen ni siquiera son moralistas, sino puritanos. No es que salten al otro lado (están con antisistema y tribus postcomunistas y ácratas, pero ellos jamás lo han sido), sino que tratan de rebasar su propio lado, pero por lo alto: hasta asaltar el cielo.

Le es insuficiente la ley positiva que no acaba con la corrupción que les lacera, quieren que triunfe una ley moral. O sea, la razón práctica de Kant, pero olvidando que esa era interior e individual y no se podía imponer.