Del trozo de hielo que está flotando en las aguas políticas de Canarias en esta legislatura apenas asoma un pequeño pedazo visible sobre la superficie de las aguas aparentemente tranquilas del Parlamento. Se trata de la llamada triple paridad. Es un sistema de representación territorial en el Parlamento de Canarias que concede un triple empate de diputados a las islas menores frente a las mayores, a las mayores entre sí y a las dos provincias canarias. La suma de los diputados de La Palma, La Gomera y El Hierro es igual a los de Tenerife (quince y quince respectivamente), lo mismo que ocurre con Gran Canaria frente a Lanzarote y Fuerteventura.

El sistema de equilibrios políticos y territoriales se pactó en la transición y ha funcionado durante varias décadas. Pero ocurre que no representa realmente a la población de las islas. Las dos grandes tienen casi el ochenta por ciento de la población de Canarias. Existe un palpable desequilibrio del reparto de poder legislativo y una sobrerrepresentacion a favor de las islas más pequeñas y con menos habitantes. Esta es la realidad que algunos quieren cambiar.

Hay diferentes propuestas que coinciden en darle mayor representación a las islas con mayor número de habitantes. Y el ruido de los tambores ha puesto en pie de guerra a quienes representan a las islas menores. Están escamados. A pesar de varias décadas de funcionamiento de la triple paridad, el desarrollo de Canarias ha seguido favoreciendo la masificación de las dos grandes áreas metropolitanas de Tenerife y Gran Canaria, en donde vive casi la mitad de los ciudadanos de toda la región. Los políticos de islas no capitalinas sostienen que sólo gracias al actual sistema se ha logrado cierta corrección de la concentración de recursos y ha mejorado un poco la calidad de vida en lugares como La Gomera o El Hierro.

En Canarias somos muy dados a que los árboles no nos dejen ver el bosque. ¿Qué es lo que realmente nos ha hecho crecer en las últimas tres décadas? El turismo. Por eso han crecido el Sur de Gran Canaria y el de Tenerife. Y por eso han crecido económica y poblacionalmente Lanzarote y Fuerteventura. El desarrollo de las zonas turísticas ha sido el motor del crecimiento poblacional y de la prosperidad. Para ver dónde están las mayores áreas de pobreza y despoblamiento de nuestra tierra sólo hay que mirar a las islas que se quedaron fuera del negocio turístico al carecer de un buen sistema de transporte y una planta alojativa potente.

Es normal que a Casimiro Curbelo o a Tomás Padrón, entre otros, se le hayan levantado los pelos de las orejas escuchando a algunos defender que hay que quitarles diputados -léase poder- a las cinco islas menores. Si el proyecto sigue adelante se va a liar parda, porque sería una especie de reforma constitucional canaria. Pero la pobreza de los que menos tienen, en términos de población y recursos, no es política, es de modelo económico.