Patricia Hernández ha calificado a su antecesora en políticas sociales, Inés Rojas, de CC, diciendo que hizo "una fiesta" que ahora tiene que pagar ella. Y añadió que tal vez no fuera la frase más afortunada. Tiene razón: no lo fue. A Rojas la criticaron incluso algunos de sus compañeros nacionalistas, pero es muy poco elegante que lo haga Hernández. Abre la veda a que, con la misma legitimidad, algunos se lancen a opinar sobre el trabajo de los exconsejeros socialistas del pasado Gobierno en áreas como Industria o Educación, por decir sólo dos. Ganar titulares así es un mal asunto para el pacto. En Coalición sentó como un tiro el exceso verbal de la vicepresidenta, y aunque Clavijo ha pedido calma, algunos no han podido evitar hacerse sangre al morderse la lengua. Igual hasta se envenenan.