Así reza una copla, muy cantada, muy sentida y muy querida, de nuestra posguerra incivil. Venía a manifestar el hondo sentimiento de cuantos tuvieron que emigrar a otros lares para subsistir en el mundo que les había tocado vivir. Eran las consecuencias de una guerra generada por múltiples desmanes, asesinatos, confabulaciones, frentismos y populismos que dieron al traste con la República. Posguerra no conocida ni sufrida por muchos de los individuos que hoy pretenden hurgar en las cicatrices que otros muchos tenemos de aquel periodo autárquico y en el que padecimos precariedades de toda índole; desde la alimentación a la vestimenta. Y el humor trataba de ponerle una sonrisa a la situación. Así, Carpanta con su hambre. Así, Tip y Coll cuando decían aquello de "el traje que más nos cuadre y más barato saldrá es el que hacen nuestras madres de uno viejo de papá". Sucedía que, para algunos, papá tampoco tenía traje. Así lo íbamos pasando quienes no teníamos posibles.

Todas aquellas penurias no impidieron el formarnos profesionalmente, desde aprendices, para irnos ganando la vida. Y tras una evolución desde aquella economía de guerra hasta una situación algo más holgada, llegamos a lo que hemos denominado "Transición" tras el fallecimiento de Franco. Y de ahí nuestro despegue a mayores cotas de libertad y progreso. Y de ahí, el restañamiento de las heridas, el cicatrizado, que la guerra incivil había ocasionado.

Desde hace unos cuantos años, sobre todo desde el Gobierno del señor Zapatero (a la sazón secretario general del PSOE), hijos de papá y otros especímenes se han propuesto "ganar" una guerra en la que no intervinieron y cuyas consecuencias tampoco padecieron. Rasgar las cicatrices y reabrir las heridas en todos aquellos que sí lo sufrimos es hacernos más doloroso el camino hacia la otra vida. No creo que ese empeño tenga como finalidad hacernos ganar el Cielo con nuestro sufrimiento. Son, en general, ateos, laicos, apostatas; dicen no creer en el más allá. Luego es, simplemente, ganas de hacer daño.

En esto estamos cuando el rey ha encomendado a don Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, formar Gobierno de España. Y ya don Pedro Sánchez ha empezado a mostrar su falta de humildad a tal fin. En reunión con sus senadores y diputados en el Congreso les dijo, al respecto de la encomienda del rey: "no sé si vosotros, pero yo sentí que España suspiró aliviada". Tal fue el suspiro, que la Bolsa siguió teñida de rojo. Tal parece que les imbuía a sus acólitos que con él, o sea él, había llegado un nuevo Mesías para resolver nuestras tribulaciones con un nuevo milagro del pan y los peces. Y don Mariano Rajoy, o sea el PP, a verlas venir. Que Dios nos proteja.