Alberto Rodríguez, el joven diputado de Podemos, ha vivido en sus propias carnes la trituradora viral de las redes sociales. Alguien le tomó una foto mientras dormía profundamente en un avión e inmediatamente circuló por la red con un texto venenoso que aseguraba que viajaba en preferente. El aluvión de críticas contra el político no se hizo esperar. Naturalmente a nadie, antes de hablar, se le ocurrió comprobar si era cierto. Y no lo era. Alberto viajaba en turista, en el pasillo de emergencia. No es que importe mucho, porque en los vuelos Canarias-Madrid la clase preferente y la turista, a efectos de espacio, son iguales. Y al Congreso le sale lo mismo pagar una u otra tarifa. Pero nada de todo eso importa. En las redes no importa la verdad y el sentido común, solo la furia y el ruido.