En la inútil y anunciada reunión mantenida entre Rajoy y Sánchez en busca de un pacto que abra las puertas a la gobernabilidad de este país, hubo un incidente destacable: Rajoy evitó estrechar la mano de Sánchez, y también una broma protagonizada por el candidato, al calificar el encuentro de "útil", cuando era vox populi que nada de nada. Lo único "positivo" que se ha originado en todo el tiempo transcurrido desde la consulta electoral ha sido el acto "notabilísimo" de la nueva ubicación de los diputados de Podemos en los escaños del Congreso. Esto es, el traslado desde "el gallinero" a la segunda fila logró la satisfacción de los recién llegados, que enmendaron con este gesto un merecido "reconocimiento" del resto de la Cámara a los cinco millones de votos obtenidos, ante un cabreo soterrado de los "populares", que todavía no han digerido la actual y complicada situación política, absoluta y vergonzosamente bloqueada. De risa. Como no hay mayorías, el horizonte está más que sombrío y los aforamientos continúan taponando la posibilidad de terminar con la estupefacción social ante los innumerables dossiers que circulan por los juzgados.

Es un insulto la actitud de Mariano Rajoy con el blindaje de Rita Barberá. Mientras ante el Grupo Popular en el Congreso manifestó, solemnemente, que "esto se acabó" ("esto" significa la estruendosa corrupción que circula, entre otras, por las comunidades valenciana, madrileña y murciana), en el Senado, sin embargo, la amparó, sin sonrojo alguno, en la Diputación Permanente para que conserve su condición de aforada. Aquí, en Canarias, a otros niveles, ocurre casi lo mismo por esos nortes y sures. Rajoy sigue en su mundo nebuloso, tal vez influido por un chupito de orujo gallego que lo impulsa a declarar que el PP ha tomado muchas decisiones contra la corrupción, mientras los españoles nos levantamos cada día con un asunto que apenas se puede comprender. ¿Quién entiende para qué demonios desean Rato, Blesa, Bárcenas o Pujol tanto dinero? ¿Y los socialistas andaluces? A propósito: los ricos en España no paran de crecer con el PP, exactamente un 30%, el porcentaje más alto de toda Europa. Un tercio de la población española se encuentra en riesgo de pobreza y es la que ha soportado los duros recortes sociales que afectaron y afectan a la educación, la sanidad, los servicios sociales o la dependencia. En definitiva, los valores a las cunetas. Las últimas elecciones dejaron clara una tendencia: un considerable número de españoles se inclina por un cambio y Rajoy, que se ampara en que él preside el partido más votado, continúa empecinado en no dar paso a otra alternativa dentro de su organización, acto que podría contribuir a un situación diferente. Tal vez, el PP (sin Rajoy), PSOE y Ciudadanos lograrían lo imposible. Aunque, en la última reunión exclusivamente se habló de pactos de Estado y se soslayó el asunto catalán. Ambos sabían que no tenían nada de qué hablar porque ya se lo habían dicho en los medios. Este inmovilismo es destructivo. Soraya Sáenz de Santamaría, el nombre que suena para un relevo, salió al quite manifestando que los dos se habían saludado antes del acto.

En el actual escenario político es imposible gobernar sin pactar. Pero no se puede negociar sin orden ni concierto. Además, los ciudadanos deben conocer las cartas que se ponen en las mesas de negociaciones y no repetir el chasco surgido en las últimas elecciones, donde nadie actuó con claridad. Incluso Rajoy se atrevió a declinar ante el Rey la propuesta de investidura, aduciendo que no contaba con el respaldo suficiente, lo que convirtió el encuentro en un papelón para el aspirante. Una maniobra que el presidente se empeña en alegar que aún no ha terminado. Precisamente, con esta decisión tiró por la borda la oportunidad de demostrar sus aptitudes políticas. Y es que se camina muy bien con mayorías absolutas que autorizan patentes de corso para hacer lo que les venga en gana, que es lo que han practicado en estos últimos cuatro años. Pero todo se acaba y las vergüenzas emergen al aire.

Al parecer, los políticos españoles están muy alejados de lo que en otros países (Alemania, no Portugal) se denomina y se entiende como negociación o consenso. Las encuestas no reflejaron los personalismos y ahora Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera protagonizan este sainete sin un desenlace predecible. Al contrario, otras elecciones, según distintos foros, conformarán un panorama muy semejante al actual. Punto arriba, punto abajo, los actores, entonces, no tendrán otra opción que sentarse a jugar la partida con pactos que aporten lo que España necesita: estabilidad.