Cuando el hambre entra por la puerta, el cariño salta por la ventana. Y si encima tampoco había cariño, ya ni te cuento. En Canarias hay poco dinero para muchas necesidades. Después de los años de recortes del Gobierno de Rajoy, todos los mecanismos para exprimir recursos han sido apretados hasta sus límites. Nos desmontaron los convenios especiales (carreteras, obras, empleo...) que complementaban la financiación singular de las islas. Nos recortaron las asignaciones presupuestarias para los grandes servicios, como Sanidad y Educación, que encima venían más dotados históricamente. Nos hicieron, por resumir, un descosido. Y así aterrizamos en estos días de ahora, en donde algunos indicadores nos hicieron pensar que las cosas podrían empezar a mejorar un poco.

Y es entonces cuando algunos quieren empezar a mover sus cartas para intentar rebañar lo máximo posible de los escasos recursos. El presidente de turno de la Federación de Cabildos, Antonio Morales, ha propuesto que el Gobierno de Canarias pierda parte del dinero que ahora obtiene de los impuestos propios de las islas en favor de las corporaciones insulares. Estamos hablando de unos mil seiscientos millones que cada año se ingresan en el "bloque REF" (recaudación del IGIC, del AIEM e impuestos especiales como combustibles y tabaco y alcoholes). Morales ha lanzado la idea y el resto de cabildos la ha secundado, en principio, con prudencia.

La propuesta es una maldad inteligente de Morales, que quiere "devolverle" a Fernando Clavijo la pirula que le hizo el presidente con los fondos del IGTE. El presidente del Cabildo de Gran Canaria quería que se distribuyesen de acuerdo al criterio poblacional (más para su isla) y Clavijo le dio una larga cambiada y vendió un Plan Especial de Inversiones dedicado a obras estratégicas decididas por los propios Cabildos, pero sin adscripción poblacional. Un plan que todo el mundo compró y que Morales no tuvo más remedio que tragarse como una cucharada de aceite de ricino.

Ahora se la devuelve intentando cambiar las reglas de reparto de los fondos del REF, en paralelo a la ofensiva parlamentaria que quiere cambiar las reglas del equilibrio de representación del poder político en Canarias. Las dos cosas tienen mucho que ver. Pero casa muy mal que por un lado queramos mejor y más Sanidad o Educación y por el otro estemos con la cucharilla rebañando el dinero que estamos dedicando precisamente a eso. Una cosa y su contraria.

Además, la estrategia de Morales falla como una escopeta de feria si no tiene el apoyo de Tenerife. Y es un hecho que el poderoso Cabildo tinerfeño tiene hoy más sintonías políticas con las islas menores que con Gran Canaria. Así que el mapa del poder no augura un gran apoyo futuro al asalto insular a la Hacienda regional.

Canarias tiene un problema de financiación. Pero no de repartir la que ya tiene, sino de conseguir más recursos del Estado. Abrir un debate intestino por las raspas de una sardina agotada no tiene más utilidad que la del juego de salón de la política interna. Pero nos gusta más que comer.

Nos pasamos la vida hablando de los privilegios de la "casta" de los políticos, pero la sociedad es una cebolla con muchas capas. Unos 4.800 trabajadores del Hospital de La Candelaria han protestado porque se podían quedar sin un parking gratuito que venían usando desde hace años. Y, rauda y veloz, la administración se ha apresurado a cerrar un acuerdo con la empresa propietaria de los terrenos para poder seguir usándolos. Es una suerte que los trabajadores de cualquier centro tengan aparcamientos disponibles al lado del mismo. Una suerte de la que no disfrutan los usuarios de ese mismo centro, que tienen que utilizar el transporte público o moverse en el "mercado negro" de los aparcacoches que funcionan en el entorno tercermundista del hospital. No estaría mal que los responsables de la Sanidad se ocuparán también de los olvidados usuarios.