El binomio antifranquista-totalitario ya es un hecho reconocido por intachables enemigos de Franco, y así lo han admitido Javier Pradera, Martínez Reverte, Félix de Azua o Antonio Elorza. En la vorágine revolucionaria de los años 60 y 70 del siglo pasado y al calor de las luchas obreras -cuando aún existía clase obrera y sociedad de clases, que los científicos sociales han clausurado-, lo que atraía era la revolución y el socialismo. Eso lo vivieron todos los jóvenes inquietos de aquellos tiempos. No podías estar con la clase trabajadora para la implantación del socialismo y el fin del capitalismo y, a la vez, buscando limitar o perder el poder para cederlo a la burguesía y el Capital. Era absurdo y estúpido. Tampoco se queman iglesias, se asesinan sacerdotes y violan novicias, para luego permitirles subirse a los púlpitos y celebrar misas.

Cuando en ese acto, de tanta pureza republicana de la capilla de la universidad Complutense, Rita Maestre y milicia profirieron aquello de que "¡arderéis como en el 36!", esas universitarias debían saber algo de lo que fue la República. Como el odio es inagotable, ante Ada Colau en el Ayuntamiento de Barcelona, se escarneció la oración esencial de católicos y cristianos. Además de las monjas de los titiriteros. ¡Estos son pulsiones y lo demás es cuento! Aunque la elite podemita lleva la vida estudiando (finalidad: rentabilidad administrativa, y acceso al mercado de ideas totalitarias hispanoamericano, fuera de los campus, en los cuarteles), su sectarismo y dogmatismo les aboca constantemente a la ignorancia más supina. La que parece no ha frecuentado otros libros que los profesionales -se puede hojear y escandalizarse por su simpleza, con el último de ella, por ejemplo- es la alcaldesa Carmena, que suple océanos de ignorancia, con "actitud ética" de monjita contestataria antigua. A la regidora madrileña igual algún nombre le sonaba, como por ejemplo Machado (los confundía) y Dalí (un gran escritor, de paso), pero es más difícil que conociera a Josep Pla, Álvaro Cunqueiro, Gerardo Diego, Agustín de Foxá.

Siempre delatan estos revanchistas que la República truncada no tenía como fin la democracia. ¡Si así son ahora, cómo serían entonces! La política, como decíamos de jóvenes, eran correlaciones de fuerzas, y el bloque dominante republicano estaba en manos comunistas (Stalin) e izquierdas radicales. Que en absoluto buscaban el restablecimiento de la democracia, sino la dictadura del proletariado.

¡Qué exaltado amor por la libertad bullía entre los republicanos, si al año siguiente, 1940, no quedaba una democracia en Europa continental!