"Para que los ciudadanos puedan valorar la gestión pública deben saber quién es competente en cada caso. Los Cabildos y los Ayuntamientos son los que deben planificar las infraestructuras de las vías que necesitan y al Gobierno regional le toca ejecutarlas". Espera. ¿De quién son estas palabras? Pues de la consejera de Obras Públicas del Gobierno canario, Ornella Chacón.

Es la misma consejera que hace unos pocos meses se ensarzó en un debate con el presidente del Cabildo de Tenerife a cuenta de qué tramo de la obra del anillo insular había que hacer. Por lo que resulta entonces que sus palabras de ayer y sus declaraciones de hoy se contradicen.

Lo que pasa es que las palabras hay que situarlas siempre en el contexto. Gran Canaria tiene una red viaria ostensiblemente mejor que la de Tenerife. Y lo que la consejera viene a decirnos ahora es que esa mejor red de carreteras y circunvalaciones no es el resultado de más inversiones, sino que simplemente allí se eligió mejor en qué gastar el dinero. Al parecer aquí nos gastamos las perras en arreglar las vías existentes mientras que en Gran Canaria se decidió apostar por nuevas carreteras, túneles y vías exteriores urbanas.

Es un misterio. Si se supone que arreglamos las carreteras -que es más barato-, ¿por qué parece que estamos siempre de Camel Trophy? ¿Por qué nos estamos dejando la suspensión del coche y los empastes de las muelas en el asfalto levantado y roto de nuestras autovías? ¿Y por qué el Cabildo se va a gastar doscientos millones en arreglar el desastre de nuestras carreteras?

La ignorancia es una enfermedad que se quita viajando. A quien se haya movido por las carreteras de Gran Canaria le sobra cualquier tipo de literatura, porque habrá podido ver con sus propios ojos cómo es una moderna red viaria. Pero haríamos mal en pensar que ese es el problema. Esa es la solución. Que Gran Canaria tenga excelentes carreteras no es extraño: lo inaceptable es que Tenerife siga arrastrando un histórico retraso en vías que llevan décadas dibujadas sin que nadie haya puesto un duro para sacarlas adelante.

A Canarias le hicieron el timo de la estampita con el convenio de carreteras. Los políticos de las Islas permitieron en su día que el Archipiélago quedase fuera de la red ferroviaria nacional a cambio de nada. En la España continental no sólo se han creado los grandes corredores viarios que interconectan la Península, sino que se han invertido miles de millones en la mejora de las redes ferroviarias y especialmente del moderno sistema de la alta velocidad, uno de los mejores del mundo. A las islas, en cambio, las despacharon con la limosna de un convenio de carreteras que a las primeras de cambio se pasaron por el arco del triunfo, con un comportamiento absolutamente colonial. Mientras aquí nos medimos las envidias del piche, en Madrid se deben estar partiendo de la risa. Como diría Ornella Chacón, para valorar hay que saber quiénes son los incompetentes.