Nos encanta etiquetar aquello que desconocemos. Así, al parecer, es más fácil aprendernos de memoria cuatro frases graciosas con las que quedar bien en los círculos o redes sociales o en el bar de turno.

Etiquetar a un empresario como aquel que defrauda a hacienda, que burla la legalidad en los contratos a tiempo parcial o que sustrae el dinero de sus incautos clientes para vivir mejor es una moda injusta con el 99% del tejido empresarial, que se levanta cada día a trabajar y paga religiosamente sus compromisos tributarios, sus nóminas, a sus proveedores y vive de sus legítimos beneficios.

Esos señores no son empresarios aunque se disfracen de ello. Son simplemente estafadores que abusan de la buena fe de la gente o se esconden para eludir sus responsabilidades sociales. Pero nadie puede decir que son empresarios.

La economía sumergida es una lacra social que se sustenta en la voluntad del explotador, la anuencia del trabajador, la complicidad del consumidor y la incapacidad de la Administración Pública de aflorar esta actividad por su escasa dotación en recursos materiales, el excesivo esfuerzo fiscal de familias y empresas y una cierta tibieza a la hora de mirar a otro lado con tal de que una familia busque cualquier clase de ingresos lejos del erario público.

El verdadero debate que hay hoy en día en Canarias es cómo reformarla. Si nos fijamos un poco, en las Islas estamos trabajando para buscar una ley de suelo eficaz, que las compras y ventas por internet sean flexibles y menos caras. Que no se pierdan 142 millones de euros por las mermas de agua, que la tasa de paro no sea vergonzosa y la capacidad de las políticas activas de empleo sea suficiente.

También estamos modernizando la formación profesional, tratando de que los alumnos puedan hacer más prácticas y puedan mejorar sus posibilidades de contratación, en ser competitivos en todos los sectores o cómo cerrar el anillo insular o desatascar la TF-5 para culminar las infraestructuras que necesitan las Islas.

Estas son solo una muestra de la pléyade de reuniones que los empresarios tenemos cada día para tratar de convencer o colaborar para que Canarias progrese. Esto es lo que somos los empresarios. No otras cosas.