Me ha llamado mucho la atención la carta del "esposo de una docente a los señores padres" que circula por el whatsapp -fundamentalmente entre los educadores-. Refleja evidencias tan claras para nosotros como escondidas para no pocos padres.

Las expectativas educativas de la familia con respecto a la escuela son cada vez mayores. Es sorprendente, sin embargo, que a pesar de esta delegación de responsabilidad en la institución educativa, cada día es mayor la desconfianza en ella. Además de instruir en las materias que componen el plan de estudios oficial, los padres quieren que sus hijos sean educados en valores como la responsabilidad, la disciplina, el respeto o la paz. Y que también se ocupe la escuela de la educación alimentaria o el comportamiento cívico. Ahora, con el acoso escolar en candelero, todas las miradas se vuelven al centro educativo para exigir más prevención, la detección de los casos, la formación de los profesores...

Por supuesto, la escuela tiene una responsabilidad importante en la lucha contra el acoso. En ella debe desarrollarse un plan de convivencia que, con el trabajo preventivo constante y bastante firmeza, pueda resolver los casos que aparezcan. Son necesarios protocolos claros y eficaces, reglas concisas y sencillas que sirvan para que la actuación de los centros no se difumine entre un sinfín de pasos burocráticos.

No cabe duda de que es necesario mejorar la formación de los profesores y el trabajo de tutoría, donde -en estrecha colaboración con los padres- deberían detectarse los graves problemas de los estudiantes.

¿Acaso no tienen responsabilidades las familias en este problema? Más que la escuela. Sobre todo en lo fundamental: la prevención. Las carencias afectivas o los conflictos en el hogar, la violencia en los medios de comunicación, la falta de autoridad... son las razones por las que un niño puede llegar a ser acosador o incluso acosado.

Cada día hay más chicos y chicas insatisfechos, que no tienen la tranquilidad emocional y seguridad que necesitan para madurar. La falta de comunicación en la casa, en los momentos importantes para el diálogo, es la normalidad, pues cada miembro de la familia está aislado con su televisión, la videoconsola o el ordenador.

Los niños se acostumbran a tales dosis de violencia que se acaba jugando a lo mismo, ya sea en la calle o en la escuela. Los padres abandonan, en muchos casos, sus obligaciones educativas primarias y el gran problema es que la escuela no puede sustituirlos. Carece de la profundidad, de la afectividad y el mucho tiempo que debe dedicarse a los niños. Las carencias de esta imprescindible educación familiar provoca depresiones y desequilibrios, antesala del acoso escolar y del aumento de los casos de suicidio.

Por lo tanto, las administraciones no pueden fijarse sólo en la escuela. También deben hacerlo, o incluso más, en las familias, promoviendo la formación de los padres y su estrecha relación con los profesores. Educar tiene mucho de afectividad, pero también un poco de ciencia, y esta... hay que aprenderla.

Decía el marido de la docente en su carta a esos padres modernos que creen que la escuela es un depósito de chicos para que no molesten cuando ustedes chatean en Facebook, miran el fútbol, las series de turno o simplemente duermen la siesta...: los docentes enseñan lengua, pero enseñarle a su hijo a no vagar por la calle a gritos faltando al respeto a quienes lo oyen le corresponde a usted. También enseñan anatomía, pero enseñarle a no embarazarse a los trece años le corresponde a usted. Enseñan biología, pero enseñarle a no matar por diversión es tarea de usted.

Los maestros enseñan informática, pero enseñarle a no pasarse 10 horas por día en las redes sociales o en los videojuegos es su responsabilidad. También enseñan ética, pero enseñarles a respetar a los mayores y no burlarse de las personas con discapacidades le corresponde a usted. Los docentes enseñan geografía, pero enseñarle a no estar el día entero fuera de su casa le corresponde solo y exclusivamente a usted...

En fin, sigue la carta con el resto de asignaturas y responsabilidades... Demasiado para quienes piensan que tener un hijo va poco más allá de tener que comprarle ropa y que no le falte de comer. ¿Conoce usted a alguno? Seguro que sí.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es