Hay formas de expresión simbólicas. Se recurre a menudo a ellas desde la poesía. Para no cargarse el tema que se trata, el poeta se aproxima al concepto con sutileza, evitando explicitar el concepto, con intencionada vaguedad. Maestros de esto, leo, fueron los modernistas Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado.

Ahora, salvando las distancias, parecen florecer "modernistas simbólicos" por cualquier lado en la política. Por las izquierdas, sin parnasianismo, sin estética ni equilibrio, los huérfanos de Marx, con su "marxismo cultural" dominante, con la ideología de género degenerante y con la ecología insostenible ramplante, han traído "diarrea" de ejemplos propuestos y ya legitimados: matrimonios, familias, progenitor 1 y 2, géneros ambiguos, interrupción voluntaria del embarazo, píldora del día después, preservativo, educación para la ciudadanía (EpC), o/a, @, ellos/as, nosotros/as, miembros/as, muerte dulce...

"El campo de batalla político" está sembrado de sutiles "modernismos" y "postmodernismos" que eclipsan y ciegan la bondad y la bondad del lenguaje, la belleza del recurso a los participos activos... Estos jinetes a caballo de ideas y sofismas hacen embarrancar y precipitar, empujando hacia riscos, a paisanos que viven sobre el suelo. Sobre este suelo pendiente y resbaladizo de un "postmodernismo" errado e incauto.

"''Cabalgar contradicciones" es un concepto clásico, como casi todos los conceptos, no hay casi nada nuevo: ""l fín justifica los medios" (Maquiavelo). Pero hasta en ello se equivocan estos populistas, pues el medio de financiarse su "medio de comunicación", sus programas de televisión, no justifica en absoluto fin alguno y sí explica sus silencios, su querencia a las fotos y su ausencia en las firmas. No por formas, no por principios, sólo por dinero.

Es vagamente latente, aún no patente, su falso medio y su oculto, aún simbólico, fin. El fin falso, el buenista, el de que pretenden liberar del yugo a los "empobrecidos" y el fin verdadero, que es hacerse con el poder y colgarnos un yugo duro, e históricamente contrastado, como camino cierto hacia barranquera o precipicio.

*Doctor en Economía y profesor titular de Fundamentos de Análisis Económico (ULL)