El próximo día 30 se celebrará el día de Fernando III el Santo, San Fernando. Santo patrón de los ingenieros militares españoles, de la Casa Real Española, y debería serlo, a mi entender, de la Universidad de La Laguna (todavía no sé por qué no se llama Universidad de San Fernando de La Laguna, porque como Universidad de San Fernando comenzó su andadura; ¿será por ese espíritu laicista ahora imperante que para mí ha traído mas inconvenientes que ventajas...?).

Hijo de Alfonso IX de León y de su sobrina doña Berengüela, hija de Alfonso VIII de Castilla, el que derrotó a los musulmanes en las Navas de Tolosa, y de doña Leonor de Inglaterra. Berengüela nació en 1181 y, al ser la mayor de los hijos, fue nombrada heredera del trono de Castilla. Como reina consorte de León dio numerosas pruebas de inteligencia y personalidad, recomendando al Rey que aliviase los impuestos, que apoyase la fundación de ciudades y villas, así como la concesión de fueros y libertades.

Nació San Fernando un 24 de junio de 1201, hombre de talla media, espigado, de tez clara y pelo rubio castaño, en un monte entre Zamora y Salamanca, por lo que le llamaban Montesino o Montano, fundándose más tarde por San Fernando un monasterio cisterciense llamado Valparaíso, por la belleza de sus paisajes. Donde se piensa que nació el Arma de Ingenieros del Ejército edificó una capilla.

Por herencia de sus padres logró la definitiva unión de Castilla y León. Concentrando todos sus esfuerzos en la reanudación de la reconquista de los musulmanes, que se había detenido muchos años, dándole un impulso colosal y un espíritu de cruzada, concedido por el Papa, por lo que pudo contar con apoyo de príncipes extranjeros. Conquistó numerosas ciudades: Jaén, Córdoba, Sevilla..., siendo el mayor conquistador de España, superando a Jaime I el Conquistador, Rey de Aragón. Cuando planeaba pasar a África para impedir nuevas invasiones, falleció en Sevilla el 30 de mayo de 1252, con poco más de 50 años, de los que al menos 30 pasó guerreando, mientras su madre, doña Berengüela, se hacía cargo del gobierno de sus reinos, con prudencia, eficacia y habilidad. Su cuerpo incorrupto se conserva en la catedral de Sevilla, en la capilla de los Reyes, donde también están enterrados su esposa, Beatriz de Suavia (casados en 1219), y su primogénito, Alfonso X el Sabio. Casó dos veces: al enviudar de Beatriz de Suavia (1235), con quien tuvo diez hijos, casó con Juana de Ponthieu (1237), biznieta de Luis VII de Francia, con quien tuvo cinco hijos.

Hombre de grandes virtudes humanas, destacó por su valor, audacia y decisión, de gran firmeza de carácter, lealtad a la palabra dada (a los reyes moros con los que pactaba les valía su palabra), generosidad con el vencido, espíritu de justicia, y al mismo tiempo bondadoso, tenaz, llano y humilde, sin menoscabo o pérdida de autoridad. Puso en marcha una activa labor de alianzas diplomáticas con los restantes soberanos de la España cristiana. Negoció con el rey portugués para que Portugal reanudase la conquista del Algarbe. Su residencia habitual era Toledo, desde donde realizó sus campañas. Después de cada batalla, su primera acción era visitar y atender a los heridos, daba ejemplo sufriendo las mismas privaciones y carencias que sus hombres, personificando al "caballero medieval cristiano". Se rodeó de un consejo permanente de doce principales figuras del reino, posterior origen del Consejo Real.

Apoyado por su madre, restauró y engrandeció las catedrales del reino, comenzando las obras en Toledo, Valladolid, Astorga, Zamora, Orense, León y Burgos. Fue un decidido protector de la cultura, se le considera fundador de la Universidad de Salamanca. Fortificó ciudades y castillos de importancia estratégica, cuidándose de proveer hombres y alimentos a las tropas fronterizas.

Después de su muerte, humilde y santa, haciendo protestación de su fe, de rodillas y con una soga al cuello, pidió la cruz, la besó repetidas veces y recibió el viático. Según la tradición, se oyeron en la noche sevillana cantos de ángeles, pues quiso Dios que los ángeles fuesen los primeros cronistas de sus heroicas virtudes. El Papa Gregorio IX lo llamó "atleta de Cristo", y desde su muerte fue considerado como santo por el pueblo. Canonizado en 1671 por sus extraordinarias virtudes. Por último, fue declarado patrón del Arma de Ingenieros por R.O del 2 de mayo de 1805, en consideración a sus evidentes dotes militares y poliorcéticas, puestas de manifiesto en sus campañas y fundamentalmente en la conquista de Sevilla.