Planificar es hacer el futuro presente, proyectar para saber a dónde vamos, cómo lo realizaremos y los resultados previstos. Significa trabajar ahora para asegurar el porvenir, que es en definitiva pensar en nuestros hijos y nietos. No es fácil, se necesita tener todos los datos pertinentes y que estos sean ciertos para que no haya ningún desvío. En Canarias tenemos desgraciadamente muchos ejemplos de falta de previsión y que ahora estamos sufriendo las consecuencias, sobre todo en la disponibilidad de las infraestructuras básicas de todo tipo, viarias, sanitarias, educacionales, culturales, deportivas, hidráulicas, sociales, etc. La permanente improvisación ha llevado a que nuestra calidad de vida esté bajo el umbral mínimo exigido en una sociedad desarrollada y moderna.

Frangollero es una palabra muy canaria que denomina a una persona que hace las cosas deprisa y mal. Hemos tenido, o mejor dicho sufrido, algunos responsables políticos que entrarían muy bien dentro de esta denominación, que cada lector le ponga nombre, seguro que más de uno le sale. Los niveles de paro que tenemos en nuestra tierra son debidos principalmente a la falta de predicción y de proyectos serios, necesarios y ejecutables, tanto materialmente como financieramente. Siempre es bueno que cambiemos para bien, que intentemos superarnos a nivel personal y colectivo. Pero eso exige pensar, profesionalidad, esfuerzo y cuánta falta nos han hecho en las últimas décadas.

Sin olvidarnos del presente, que hay que vivirlo con competitividad y trabajarlo diariamente, hay que apostar por el medio y largo plazo, tenemos el derecho a soñar y a tener la valentía para afrontar los cambios que sean necesarios, sobre todo en comportamientos. Ya no valen los discursos vacíos, las promesas de humo, porque la ciudadanía es mayor de edad y quiere respuestas, soluciones para sus necesidades básicas. Entre todos tenemos que tener un objetivo primordial, a saber, que no haya en nuestra comunidad autónoma ni una sola familia que no tenga ingresos para vivir dignamente. Eso significa trabajo y empleo, es decir, poner a la persona en primer lugar, pues todo lo demás es secundario.

Frangollero también tiene una segunda acepción, que es el entrometido y el enredador. No nos sirven, obstaculizan la competitividad, el progreso, paralizan todo y solo sirven para embarullar. Ahí tenemos la ya famosa maraña legislativa que nos han impuesto y es un ejemplo claro de lo que no hay que hacer. Simplificar es sencillez, rapidez, seguridad jurídica y crecimiento económico. ¡Qué difícil es hacer lo fácil y qué rápido es hacer lo complicado! Necesitamos gestores públicos eficaces, preparados, con capacidad planificadora, con ganas y dispuestos al servicio de la sociedad y a no servirse de ella. Los hay y esperemos que puedan superar todos los obstáculos que se les presentan. Pero también la sociedad civil, la mayoría, sin intromisión de los tentáculos de la política tiene que madurar, asumir responsablemente el papel que le corresponde, que no es otro que el de conducir y guiar nuestro desarrollo como colectividad. El revoltijo, el barullo, el frangollo, no lo necesitamos en estos momentos difíciles, sino la planificación competente, que es pensar ahora en una Canarias próspera. ¡Qué la veamos hecha realidad y la disfrutemos!

*Presidente de Fepeco