Hace pocos días me comunicaron el triste fallecimiento de Marcos Peraza Oramas. Conocí a Marcos en la época en que trabajé en la Consejería de Ordenación Territorial y Medio Ambiente (que, curiosamente, cambió el orden de los factores, que, en este caso, sí altera el producto, por el de Medio Ambiente y Ordenación Territorial). Cuando lo conocí ya era un funcionario con más de cuarenta años de experiencia. Y recuerdo perfectamente su unión, casi familiar, con Carlos Guttenberger, ilustre jurista y máximo experto canario en legislación ambiental.

Últimamente, tuve ocasión de entrevistarlo largamente para la colección videográfica que TuSantaCruz está realizando con personas del municipio, ya entradas en años, que testimonien sus recuerdos y vivencias en Santa Cruz de Tenerife.

Marcos Peraza Oramas proviene de una familia cuyos lazos se remontan a la conquista de las Islas Canarias. Era el pequeño de cinco hermanos. Tres de ellos, junto con Marcos, también fueron ingenieros, siendo César el que cursó también estudios de ingeniero de montes. Fue el que creó la Cátedra de la Madera, en la Universidad Politécnica de Madrid, hasta hace pocos años la única en España donde se podían cursar estos estudios.

Marcos Peraza fue ingeniero jefe responsable de la gestión de Montes en las cuatro islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Realizó un gran trabajo de conservación del monte público, a través de los distintos tratamientos selvícolas y los aprovechamientos forestales. Siempre decía que había que cuidar el monte. Y había que repoblar. En algunos casos, también había que cortar pinos. El pino canario, además, destaca por un éxito total cuando se producen las repoblaciones. El pino canario, indicaba Marcos, necesita luz para darle fuerza.

Peraza era un entusiasta de su profesión. Siempre decía que un ingeniero de montes, al menos un día a la semana, tiene que ir al monte. Era una convicción que llevaba a la realidad hasta que tuvo que enfrascarse con la maraña burocrática. Marcos disfrutaba en el monte. Hace muchísimos años, las carreteras eran peores que las actuales, y los accesos a los montes públicos también. Por ello, su jornada laboral era intensísima, ya que tardaba cuatro horas en llegar al lugar y otras cuatro horas en volver, más numerosas de trabajo.

A Marcos le gustaba recordar anécdotas. En una ocasión, me contó que había llegado muy temprano al polígono de repoblación obligatoria del municipio de Arico. Había numerosas nubes, y parecía que iba a llover en cualquier momento. Se acercó a un cabrero de la cumbre de toda la vida, y antes de sacar el taquímetro le preguntó: ¿nos mojaremos? A lo que el cabrero respondió: "Si le da la gana, llueve, y si no le da la gana, no llueve".

Peraza Oramas disfrutaba con los "papeles antiguos". En numerosas ocasiones, pasaba infinidad de tiempo en el archivo general del ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza), como cuando tuvo que estudiar detenidamente toda la documentación existente para la delimitación de dos términos municipales de Tenerife (normalmente, no siempre, quedan delimitados por el monte público), que tenían dos deslindes: uno del siglo XIX y otro de 1927.

Marcos Peraza realizó infinidad de repoblaciones y deslindes en Tenerife y en otras islas no capitalinas. Las repoblaciones fueron con laurisilva y con cedros en las cumbres. Repobló grandes áreas del norte de Tenerife, y prácticamente todo el sur.

Una faceta importante también era la de máximo jefe coordinador en la extinción de incendios. Fueron numerosos, y algunos devastadores, los que ocurrieron en Tenerife en la década de los setenta y ochenta del siglo XX. Corría el año 1983, un incendio corría el peligro de propagarse a Icod de los Vinos, San Juan de la Rambla y Garachico. Marcos tenía un recuerdo cercano de un pavoroso incendio, que, como consecuencia de la dirección del viento, había arrasado Icod hace pocos años en menos de una hora. Quería por todos los medios que no volviera a ocurrir. Se desplaza al lugar del incendio. Con varios ingenieros de montes, varias cuadrillas de la Consejería de Medio Ambiente, personal del Cabildo de Tenerife, patrullas de los Ayuntamientos, alcaldes... Hace un reconocimiento en helicóptero de la zona del incendio (6.000 ha). Indica dónde había que realizar los cortafuegos para evitar la rápida propagación. Toda un día y toda una noche trabajando con la cabeza fría, y su intensa preparación teórica y práctica lograron extinguir el fuego.

Recuerdo que en numerosas ocasiones hablábamos de los cambios legislativos. Y lo cierto es que en España se modificaban un sinnúmero de leyes, salvo la Ley de Montes. Tanto es así que con las competencias de las comunidades autónomas luego delegaron en los Cabildos Insulares, y estos, a su vez en el consejero competente en la materia, ya que en algún artículo de la Ley de Montes de 1957 había que interpretar donde decía "es competente el Consejo de Ministros", pues con las numerosas delegaciones se había convertido en que la competencia era del consejero de Medio Ambiente del Cabildo Insular.

El Parlamento de Canarias aprobó en 1990 la primera Ley de Impacto Ambiental. Y Marcos Peraza fue el primer jefe de servicio de impacto ambiental en la Consejería de Medio Ambiente. Una nueva estructura administrativa surgía y Marcos tenía que hacer un equipo técnico que cumpliera con la nueva normativa y llevara a efecto las nuevas competencias.

Marcos tenía una gran ilusión en publicar un compendio de todos los ingenieros de montes que habían trabajado en Tenerife, entre ellos el mítico José Ortuño. Tenía recopilados muchísimos datos, pero no pudo completar su obra.

Don Marcos, como yo siempre lo llamaba, un funcionario ejemplar, un ingeniero de montes amante de su profesión, un trabajador infatigable. Ya jubilado, eran numerosas las consultas que se le hacían desde las distintas administraciones públicas canarias, a las cuales don Marcos siempre atendía con suma entrega, dedicación y enorme cultura ambiental.

*Presidente de TuSantaCruz