Hace dos semanas, en este mismo periódico, hablábamos de las consecuencias que para Europa y en concreto para Canarias podría tener si el referéndum del Reino Unido apoyara el "brexit" en vez del "bremain". El "brexit" se ha impuesto y ahora toca analizar los posibles pasos a seguir por parte de la Unión Europea y de los propios británicos, que se encuentran con un país con fracturas internas relevantes.

A pesar de que la consulta no es vinculante para el Gobierno de David Cameron, una maniobra que no fuera en la dirección de aceptar el resultado del referéndum sería un suicidio político, pero no un imposible. Tras los resultados, David Cameron dimitió con efecto aplazado hasta octubre para dar tiempo a su partido a buscar, internamente, "quién debe ser el capitán que lleve a su país a su nuevo destino" delegando, en su futuro sucesor o sucesora, la decisión de encontrar el mejor momento para invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que permite abrir el proceso legal y formal para que un país miembro de la Unión Europea se retire.

En el Reino Unido el primer ministro es elegido por el parlamento, por lo que, en principio, no sería necesario convocar nuevas elecciones para elegir al sucesor de David Cameron. Evidentemente necesitará contar con los apoyos suficientes en la Cámara de los Comunes. Ya hay voces que consideran que este tiempo ganado permitirá realizar nuevas estrategias con el objetivo de reconsiderar el "brexit". Y no les falta razón. Es posible que la persona que sustituya al primer ministro, en otoño, se pronuncie en el parlamento británico en contra de solicitar la salida del Reino Unido de la Unión Europea y convoque nuevas elecciones para validar su decisión, presentándose a las mismas con un programa electoral claramente contrario al "brexit". Si las ganara, el referéndum quedaría sin efecto. Otra posibilidad es la de optar por solicitar a la Unión Europea la salida del Reino Unido. Una vez que se hayan terminado las negociaciones y se tengan cuantificadas las consecuencias, se convocaría un nuevo referéndum para decidir si el futuro marco de relación con el resto de Europa es realmente lo que quieren los británicos. El resultado de este nuevo referéndum determinaría el futuro del país.

Me detendré un momento para explicar qué se tiene que negociar. Es importante entender la dimensión de este punto, ya que es, precisamente, con el resultado de estas negociaciones, lo que puede hacer cambiar de idea al pueblo británico.

Por un lado, se tiene que negociar un nuevo marco de relación con los países de la Unión Europea y, por otro lado, con el resto del mundo. Parece lógico pensar que los más de cincuenta acuerdos comerciales que la propia UE mantiene con terceros países dejarían de aplicarse automáticamente al Reino Unido. Las dos negociaciones en paralelo podrían demorarse durante largos años y las consecuencias económicas para los británicos no parece que sean, a priori, más beneficiosas que estar dentro de la Unión Europea.

Está claro que Europa no está dispuesta a facilitar este tránsito al Reino Unido. Lo primero que le han exigido, para disminuir la incertidumbre de los mercados, es que comunique y solicite su intención de salir de la Unión Europea cuanto antes y, por otro lado, le recuerdan que el Reino Unido sólo podrá acceder al mercado único si acepta las cuatro libertades, como son la libre circulación de bienes, personas, servicios y capitales.

Después de años de una grave crisis económica, de rescates de Estados miembros, del problema de los refugiados, entro otros, es urgente rescatar al proyecto europeo. Es el momento de apostar por más Europa y para ello se debe hacer autocrítica y reinventarse. Los líderes europeos deben trazar un plan para llegar a convertirse en los "Estados Unidos de Europa". Quedan años de incertidumbre y negociaciones, pero el "brexit" no tiene aún la última palabra.

*Doctora en Derecho, economista y politóloga