La decisión unilateral del Reino Unido de abandonar Europa por la excesiva aportación de fondos, la política de inmigración y el control bancario que exige Bruselas nos ha cogido a todos por sorpresa.

Un fracaso político bilateral que precipitó la dimisión de su primer ministro, Cameron, que no debe llevar a nadie en la UE a alentar políticas extremistas contra el proceso de una Nueva Europa que debe avanzar hacia su consolidación, desterrando la posibilidad de parar nuestro proyecto de Europa.

También hay que decir que no hay similitud con la crisis económica de 2008, pues el Reino Unido tiene una economía robusta y tendremos que valorar si hacemos un tratado preferente de relaciones económicas entre Europa y Reino Unido, proponemos otra Europa, o nos mantenemos en negociar la salida sin olvidar que en el año 2005 Francia y Bélgica rechazaron la Constitución Europea, por lo que no sería una locura volver a legitimar el proyecto europeo.

Tampoco habrá afectación financiera dentro y fuera del Reino Unido si la línea de liquidez que prevé el Banco Central Europeo es eficaz y suficiente, ya que, hasta ahora, el poder adquisitivo de la libra esterlina está sobrevalorado, pues aún la libra sigue siendo más fuerte que el euro después de aprobarse el "brexit".

Así debemos centrarnos en minimizar daños y consolidar el proyecto de Europa neutralizando contagios, populismos o extremismos de conveniencia.

En cuanto a Canarias, debemos evaluar sobre todo, basándonos en experiencias anteriores, el posible impacto en la disminución de inversiones inmobiliarias, las exportaciones agrícolas, tabaco y al consumo de los turistas.

No podemos olvidar que Canarias mantiene excelentes relaciones con el Reino Unido, y debemos redoblar esfuerzos para ser amables, competitivos y ofrecer un destino turístico que no disminuya la capacidad de gasto de los turistas que nos visitan, pues en ello nos va la prosperidad y el empleo.