El diputado nacionalista canario, Pedro Quevedo (Nueva Canarias), ha cuestionado "lo rápido que se ha lanzado Coalición Canaria a los brazos de Rajoy". Es una opinión colegiada. El presidente de su partido, Román Rodríguez, también aportó su granito de arena indicando que la forma de entender la política de Coalición Canaria es "un mercadeo en el que todo se puede cambiar". Es la ácida respuesta al protagonismo de la "cumbre" celebrada en Madrid, entre Rajoy y Clavijo, para hablar de un posible acuerdo de investidura.

¿Para qué eligen los canarios a sus diputados? ¿Para sostener posiciones ideológicas o para conseguir perras para Canarias? ¿Para ambas cosas? De igual forma que la forma de vida condiciona el pensamiento ocurre a la inversa. Los partidos políticos han expropiado la soberanía popular sobre los cargos electos, que en vez de responder directamente ante sus electores responden ante los intereses y estrategias de los partidos.

CC no oculta que está dispuesta a apoyar a cualquier Gobierno de España que tenga en cuenta la llamada "agenda canaria". Básicamente, mejorar nuestro desastroso e injusto sistema de financiación, aumentar los fondos estatales dedicados a carreteras y empleo en las islas o consolidar los fueros canarios contemplados en el REF. Son temas que puso en la mesa cuando planteó su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez (PSOE) y que vuelve a poner para apoyar la posible investidura de Rajoy.

Lo que hace CC no es peculiar. El Congreso de los Diputados se ha transformado desde hace tiempo en una cámara de los territorios donde cada cual intenta arrimar el ascua a su sardina. Dentro de los grandes partidos, los grandes caladeros de votos inclinan las políticas y las inversiones. En unos casos hacia Galicia o Valencia. En otros hacia Andalucía. Y los nacionalistas vascos o catalanes han rentabilizado en el pasado su peso decisivo en la conformación de algunas mayorías.

La deriva ideológica ha alejado a los nuevos nacionalismos separatistas de ese sentido pragmático de la política. Catalanes, valencianos o gallegos (ECP, Compromís o Mareas) no están ya por la pela, sino por el derecho a decidir. Pero esa no es la deriva de Coalición, que predica un nacionalismo de lealtad constitucional y practica el "do ut des", esa frase latina que significa "doy para que me des". Mi voto a cambio de inversiones. Eso que Román Rodríguez llama mercadeo.

El PNV y tal vez Convergencia Democrática de Cataluña (que anda recomponiendo el discurso) están a medio camino entre la ideología y los presupuestos. Muy lejos de los asuntos que ocupan a Ciudadanos, que son su propio trasero electoral y sus diferencias de programa. Pero desde el punto de vista de los electores, tan respetables son los asuntos ideológicos como los del bolsillo. La política se ha subido a las tablas y los nacionalistas canarios, separados por una considerable distancia ideológica, están tomando posiciones. Coalición ya ha dicho lo que quiere a cambio de lo que puede dar. Nueva Canarias está rezando para que el PNV y Ciudadanos se nieguen a un pacto. Porque si no, van a tener que elegir entre pan o circo. Y si es circo, les va a tocar la arena.