Se llama "Wounda", que significa "cerca de morir". La chimpacé, que estuvo al filo de la muerte en varias ocasiones, aguarda en una jaula mientras Rebeca Atencia le cuenta a Jane Goodall quién es "Wounda" y cuál es su historia de sufrimiento. Siendo una cría perdió a su madre a manos de los cazadores furtivos y después padeció graves enfermedades. Rescatada y rehabilitada por miembros del Instituto Jane Goodall en la República del Congo, este animal, al que aún no he podido ver en el vídeo, va camino del "paraíso", como Rebeca lo definió.

La doctora Goodall, con ese aspecto de venerable anciana, acompaña a la gente de su equipo en el traslado, primero en todoterreno, luego en barca a lo largo de uno de esos inmensos ríos africanos. Por un instante se puede ver apenas la mano de "Wounda", negra, robusta y espléndida, atravesar los barrotes para cruzar una caricia con la primatóloga octogenaria que se ha acercado a ella, da la impresión que para comprobar que todo va bien.

Cuando la pesada jaula queda depositada en medio de la abundancia desordenada de vegetación, el momento que se aproxima resulta "excitante". Jane y Rebeca impulsan hacia arriba la compuerta, la misma chimpancé empuja desde dentro y en un suspiro está fuera. "Wounda" avanza unos pasos en dirección a la cámara que graba la escena, se gira y busca a Rebeca, la veterinaria gallega que dirige el Instituto Jane Goodall en Congo y que logró curarla. Acto seguido se encarama al techo de la jaula y sentada contempla un momento a su alrededor el espacio abierto hasta que su mirada se detiene. Entonces, se acerca a la doctora Goodall y la estrecha en un eterno y cariñoso abrazo de despedida, como quien le dedica un "gracias" infinito. Jane Goodall se funde con ella en ese achuchón que destila respeto y afecto por el animal. En la edición del vídeo que estoy contemplando el abrazo se prolonga unos quince segundos. En esos quince segundos puedes comprender, me parece a mí, la profundidad que encierra el gesto del primate, que ahí mismo recupera su vida en libertad. A la chimpancé le espera la selva protegida.

El conmovedor vídeo que acabo de ver tiene fecha de 2013. En aquel momento "Wounda" era la decimoquinta chimpancé devuelta a su hábitat natural. Jane Goodall llegó a Tanzania a mediados del siglo pasado para investigar a los chimpancés durante seis meses. Su trabajo se ha prolongado durante más de cincuenta años. Me he puesto a rebuscar en Internet; los resultados de sus investigaciones fueron fascinantes. Goodall descubrió que los chimpancés tenían una compleja vida social en la que demuestran tener emociones: miedo, alegría, tristeza, ira, compasión, solidaridad. En una entrevista en el Huffingtonpost afirma que "los animales sienten como nosotros", y añade: "Algo que yo ya había aprendido de mi perro antes de comprobarlo con los chimpancés".

He leído que los científicos que estudian la conducta animal consideran probable que muchas especies, además de los primates, posean sistemas de neuronas espejo, las que nos hacen ser empáticos y nos ayudan a ponernos en la piel de los demás. Y que estudios más recientes realizados con perros en la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, muestran que entre ellos se producían relaciones comparables a las de los amigos.

Inevitablemente miro a mi "Hada" aquí echada, perra vieja y vivaz. Si se tiene el privilegio de convivir con un perro, te das cuenta de que los estudios científicos corroboran algo que sabes por experiencia vital, como le ocurrió a Goodall. Las emociones no son una exclusividad humana, como tampoco lo es la amistad. Y esa corriente de afecto es una oportunidad para aprender a querer y a respetar.

@rociocelisr

cuentasconmipalabra.com