Hoy día veintiuno a la vista de la Isla hace 219 años, una división de la escuadra británica que bloqueaba el puerto de Cádiz, desplazada a Canarias y al mando de Horacio Nelson, convocaba a bordo del "Theseus" a sus capitanes para ultimar los planes del asalto a la plaza fuerte santacrucera y apoderarse del rico cargamento de un galeón surto en la bahía procedente de Manila, en una acción pirática disfrazada con una patente de corso otorgada por su "graciosa majestad británica", cómplice y socio descarado del botín del presunto asalto.

Lo sucedido días después con la fracasada intentona y la heroica defensa militar y ciudadana forma ya la parte más destacada de nuestra historia bélica más contemporánea, que supo dejar manco al marino más famoso de la época, y que en su memoria tiene erguida su estatua en lo alto del monolito de Trafalgar Square. Una imagen recurrente en todas las películas o reportajes alusivos a la capital londinense, que hizo exclamar a Nicolás Estévanez ante su visión y tras su visita al general Prim en el barrio de Paddington, de la mano de tu tío Carlos Murphy Meade: "Cuando más alto se ponga / de Horacio Nelson su estatua / más alto verán los siglos / el nombre de mi Nivaria".

Conservadores acérrimos de su historia, los británicos suelen honrar con creces a sus personajes, a diferencia de nuestra Isla, que en más de dos siglos no ha sabido concluir con éxito un monumento conmemorativo a los héroes de la Gesta. Una iniciativa que tuvo varias propuestas desde el siglo XIX, ante la proximidad del primer centenario y por la Real Sdad. Económica convocando un concurso, finalmente desechado por falta de recursos y a ocho meses del primer centenario. Años después, tras fallidas sesiones del ayuntamiento capitalino, el escultor Francisco Borges Salas (autor de la conocida escultura de "La Fecundidad", sita en el parque García Sanabria), presentó en 1930 en el Círculo de Bellas Artes su ambicioso "Proyecto de faro conmemorativo" en honor al suceso. Domiciliado en París, propuso trasladarse a Santa Cruz para que la obra no resultase tan onerosa, con la ventaja de contar con piedra basáltica de nuestras propias canteras. Incluso (lo más importante) "se ofreció a trabajar en él sin ánimo de lucro, con una simple asignación de modesto obrero"; todo un alarde de espíritu patriótico que finalmente no se tuvo en consideración.

Finalmente, llegada la proximidad del segundo centenario (1997), se reprodujeron las mismas inquietudes creativas de antaño, apoyadas esta vez por la Tertulia de Amigos del 25 de Julio, con sede actual en el Museo Militar de Almeida. Para resumir, por cuestión de espacio, el proyecto del pedestal ganado por Palerm y Tabares, sirvió para sostener una escultura muy poco significativa con los hechos. A diferencia de la propuesta de Borges Salas, aquí todos cobraron sus minutas, salvo la Tertulia y sus altruistas colaboradores. Y como era previsible, no se culminó en la fecha, aunque finalmente se erigió y se le añadieron dos medallones de bronce con las efigies de Gutiérrez y Nelson, más unas placas con los nombres de los caídos en combate; únicas referencias que concuerdan con la visión histórica, pues el resto, obra de Manuel Bethencourt, carece de simbología. Por el contrario, este artista, ya fallecido, esculpió su monumento a los aborígenes de Ansite, con una visión claramente alusiva a la historia de G. Canaria. ¿Casualidad...? Quien quiera verlo, que se pase por el parque Doramas de la vecina cocapital.

Al margen de su calidad artística, no soy el único que disiente de esta desafortunada concepción escultórica, pero insisto: aunque se vuelva a reponer la poco significativa escultura de la embarazada, conocida popularmente como "La preñada", bueno sería retomar el magnífico proyecto de Francisco Borges, que marcaría un hito más perecedero en nuestra historia local y ante todos los visitantes, especialmente británicos, venidos a nuestra Isla. Ojalá algún día sea así.

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