"Ojalá hubiera tenido el valor de vivir la vida que quise". "Ojalá me hubiera permitido ser más feliz". Estos "ojalás" son dos de los cinco principales que una enfermera de cuidados paliativos ha recogido como los deseos más expresados por los enfermos a los que cuida. La enfermera se llama Bronnie Ware y, según publicó ABC, ha escrito un libro que recoge estos anhelos no cumplidos y que seguramente son más universales que su grupo de pacientes.

Candy Chang es una artista norteamericana que ha hecho de la contemplación de la muerte un proyecto colaborativo global. En 2009 ocurrió algo que cambió su vida para siempre, tal y como lo cuenta en una charla TED de pocos minutos que puedes encontrar en Internet. Aquel año falleció Joan, alguien que era como una madre para ella. Conteniendo la emoción como puede, afectada todavía por esa punzada, explica que la pérdida de Joan fue "repentina e inesperada" y que a raíz de aquello pensó mucho en la muerte. En su intervención expresa "gratitud por el tiempo vivido" y también cómo la muerte de esta madre "le dio claridad a las cosas significativas". Desde entonces, añade, "brega por mantener esta mirada" en su vida cotidiana.

Chang cree que la gente que nos rodea, nuestros propios vecinos, puede ayudarnos a mejorar nuestras vidas. Sin embargo, dice ella, aunque compartamos ese mismo espacio público, no compartimos entre nosotros el conocimiento. Así que después de sufrir la pérdida de Joan, se decidió a canalizar su profunda tristeza y lanzó su idea. Necesitaba -explica en la web- "restaurar la perspectiva y encontrar consuelo en sus vecinos". Con la ayuda de "viejos y nuevos amigos" transformó la pared de una casa abandonada en su ciudad de Nueva Orleans y dibujaron una pizarra gigante. Sobre ella escribió una frase para completar: "Antes de morir quiero...". De esta forma, cualquiera que pasaba por delante de esta original fachada podía "compartir aspiraciones personales" en el espacio público.

Al principio, según relata, "no sabía qué esperar del experimento, pero al día siguiente la pared estaba repleta" de frases completas: "Quiero cantar para millones de personas", "Quiero plantar un árbol", "Quiero vivir fuera de la red", "Quiero abrazarla una vez más", "Quiero rescatar a alguien", "Quiero que me juzguen por piratería", "Quiero ser completamente yo mismo"... Candy Chang dice que algunas de ellas le hicieron reír a carcajadas, que otras le conmovieron y que, en definitiva, en ellas encontró el consuelo que estaba buscando.

Según señalan en la página de esta iniciativa, el proyecto explora cómo el espacio público puede cultivar la reflexión y la empatía entre los vecinos. La autora da un paso más allá y desde su experiencia lo describe como una forma de "prepararnos compasivamente para la muerte y el dolor". Para Chang, dos de las cosas más importantes que tenemos son el tiempo y las relaciones con otras personas. Y en esta "época de distracciones" que ella denomina, "es importante conservar la perspectiva, los sueños, las esperanzas". "La muerte -dice- es algo de lo que evitamos hablar, pero pensar en la muerte clarifica nuestra vida".

Esto ocurrió en 2011. Desde entonces, los muros interactivos "Antes de morir quiero..." se han creado en entornos urbanos de unas dos mil ciudades y en más de setenta países. Cerca de casa me topé una tarde de estas con la pared de un solar convertida en una enorme pizarra de la que colgaban también unas bolsitas con tizas. Estaba atestada de frases completas. Sorprendentes. Ocurrentes. Sugerentes. En una especie de diálogo social, el vecindario piensa en la muerte y habla de vivir, de cómo vivir. En una especie de sabiduría colectiva se reenfoca la perspectiva y se alumbra la vida.

@rociocelisr

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