Muchas fueron las dificultades por las que atravesó la construcción del edificio del Ayuntamiento desde una casa casi en paredes semiderruidas tras el incendio de 1899 hasta el actual.

Después del incendio del mencionado año, 1899, que lo destruyó por completo, los responsables del Ayuntamiento, así como los vecinos, se empeñaron en no hacer dejación de las gestiones del Consistorio, por lo que se habilitó a tal fin unas habitaciones en el domicilio del secretario Graciliano Ayala hasta 1911, cuando se reacondicionó el que se había quemado, lo que motivó que el entonces alcalde, Mario Barrera Alfonso, buscara fondos para acometer con cierta dignidad las funciones del Ayuntamiento.

Durante un periodo de tiempo que llega hasta los 40, se alquiló una casa cerca del Barranco del Consejo hasta que el alcalde Agustín Padrón Espinosa lo traslada a una vivienda de Felipe Barrera, en la calle Licenciado Bueno, y posteriormente a la de Armando Padrón Casañas, en la misma calle.

En la actualidad se puede considerar el edificio de Ayuntamiento como noble, con una estructura altamente consolidada, por donde han pasado generaciones de herreños con el desinteresado empeño de gestionar dentro de las posibilidades de cada momento los asuntos del municipio.

En la década de los 40 se retoman las obras del antiguo edificio, terminándose la planta inferior y se inicia la construcción de la segunda planta, que no se finaliza hasta el año 1950.

Fue este un empeño ilusionante de las corporaciones de aquella época con la finalidad de tener unas dependencias más acordes al mejor funcionamiento del Consistorio, donde habría que destacar aquellas presididas por el alcalde, Sebastián Ayala -mi padre-, que motivaron el arranque definitivo del edificio actual.

No es que los edificios sean un cuerpo biológico que impulsen la toma de decisiones, pero sí que las personas que integraban aquellas corporaciones se preocuparon que esas decisiones tuvieran el respaldo de la excelencia de un edificio que durante la historia se fue forjando.

De ahí que los responsables del actual Ayuntamiento deberían reconocer a todos aquellos que, perdidos en la memoria del tiempo, deben estar presentes. Y en algún lugar visible nada mejor que trascribir las sabias palabras pronunciadas por el alcalde Cejas Espinosa ante el incendio de 1899: "La Casa-Ayuntamiento, la casa del pueblo que levantada por nuestros antepasados simboliza nuestra única gloria y grandeza pertenece, por desgracia a la historia, debido a que una mano negra y criminal, impulsada por mezquinas y ruinas pasiones, destruyó el arca donde se encerraba la historia de nuestro país. Aquellos hombres del Hierro honrados, sencillos, orgullosos y satisfechos, llevaron adelante la obra gigantesca, hasta concluirla para decirle a sus descendientes: Os legamos el producto de nuestras privaciones, trasmitiendo, a la vez, nuestras virtudes y costumbres para que, aprendiendo de nosotros, procuréis imitarnos".