Supongo que es el calor el causante de las declaraciones febriles que afloran con el estío. Acostumbrados el resto del año a la dejación política y administrativa que afecta a este núcleo litoral del municipio lagunero, no nos sorprende cuando sus representantes públicos, carentes de otros argumentos y con un gobierno central por constituir, esgrimen sus soflamas para fabular proyectos olvidados o de nuevo cuño. Incluso los hay que sienten "verdadera pasión" por la ciudad en la que ocupan escaño. Un sentimiento que traducen acordándose de viejas reivindicaciones (no creo que más que las mías, que he sido veraneante habitual y después residente desde 1998). Contagiados de tal frenesí, apuntan por inercia hacia la costa de la comarca nordeste, deteniéndose en la de Bajamar y la Punta del Hidalgo. Así que con la venia de los vecinos punteros me voy a ceñir a mi núcleo, por ser el lugar en donde comparto residencia todo el año con mi domicilio capitalino.

Sólo con revisar mis archivos tendría condimentadas muchas reclamaciones. Consideraciones que gracias a esta Casa han visto la luz, pero que infortunadamente han ido a parar a la papelera de la Administración. En ellas he denunciado muchas carencias cruciales, especialmente durante el estío, que pasan por la falta de aparcamientos (el habilitado recientemente por la Corporación lo he propuesto infructuosamente en numerosas ocasiones). También está el factor de la limpieza, a reforzar en esta época de mayor afluencia. Otro problema grave que no se percibe es la carencia de conexión con el alcantarillado de la inmensa mayoría de las viviendas existentes entre la carretera general (TF-13) y la acera superior de la avenida El Sol, que por su desnivel están afectadas por continuas filtraciones de aguas negras o escorrentías pluviales (cuando llueve), que desaguan en el barranquillo existente bajo la calle, traspasando incluso sus límites hasta el edificio Nautilus, situado en la acera inferior, creando un conflicto de salubridad a la comunidad de vecinos, cuando este debe ser responsabilidad del Ayuntamiento. Y ya que lo hemos citado, tampoco ha habido manera de minimizar los derrumbes del acantilado contiguo al edificio, conteniéndolos con una simple malla de acero más un cementado previo del mismo, con la misma diligencia que ponen en reparar la variante de Tejina nada más producirse un mínimo desprendimiento. El incumplimiento de la sentencia judicial para ejecutar el derribo de unas chabolas en la avda. El Sol y la inexistencia de un dispensario sanitario, más la poca frecuencia de Titsa y la desaparición de la única parada de taxis, completan el mapa de dejaciones. En cuanto a las piscinas, su maquinaria de bombeo estuvo funcionando a bajo rendimiento hasta que "in extremis" llegó la indispensable reparación; medida que afectó e inutilizó temporalmente la piscina infantil, tan concurrida durante el periodo vacacional. Tampoco el exceso de velocidad en la TF-13, desde el surtidor hasta las ruinas del hotel Neptuno, no se ha querido reducir con unos eficaces y económicos "guardias muertos". Conviene recordar que por este incumplimiento atropellaron y mataron al párroco anterior, aparte de otras incidencias menos graves ocurridas en el paso de peatones que comunica con la iglesia.

No nos extraña ni sorprende que se saquen de la manga el utópico proyecto de la planta de energía mareomotriz, aunque dejen pendientes tantos deberes y la prioritaria reparación del dañado espigón construido que protege la playita del Castillo y su arenal. Es fácil argumentar faramallas cuando sólo afloran para justificar el calentamiento de sus poltronas. Cantinelas embaucadoras ocasionales que olvidarán cuando caigan de nuevo las hojas del calendario del estío.

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