Existe un método común para gestionar empresas, instituciones o para gestión pública, y consiste en prever los problemas y gestionar los éxitos. Luego podemos acometerlos con dosis de creatividad o aplicando el manual ortodoxo que tengamos a mano, o en el que confiemos, pero siempre basado en la eficacia del resultado.

No se trata de debatir entre optimismo y pesimismo. Se trata de tener éxito y conseguir que se alargue en el tiempo en beneficio de la causa que defiendes, incluso de su supervivencia.

Todo esto, aderezado con un control absoluto del alarmismo y la capacidad de sosegar las pasiones de quien te rodea. Amigo o enemigo. La mayoría de veces, los males de tu adversario pueden extenderse a tu casa si no ayudas a sofocar el incendio desde el principio.

Dicho esto, pensemos en lo que se nos viene encima cuando las bajas laborales se desbocan y crecen un 24% en un solo año y costarán cerca de 7.000 millones de euros, aderezado por el hecho que este dato va a seguir creciendo, como mínimo, hasta 2019. Además, aumenta el número de bajas y se alarga la duración de estas cada vez más. Así no hay manera de ser competitivo sin reducir el coste laboral de las empresas y organismos públicos.

Así lo único que estamos haciendo con la situación económica y del empleo es darle una patada hacia delante sin tapar la vía de agua, que está hundiendo la línea de flotación del estado del bienestar por la disminución progresiva de recaudación de cotizaciones sociales e impuestos.