En la primera etapa del régimen anterior, la atención sanitaria en España dependía de la Beneficencia, la sanidad privada o militar, hasta la llegada del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE), dependiente del Ministerio de Trabajo y gestionado por el Instituto Nacional de Previsión, creado el 14 de diciembre de 1942, que si bien funcionaba hacía años en Europa, en España no, "como consecuencia de las luchas imperantes entre los partidos políticos, superadas gracias al Alzamiento Nacional y el Fuero del Trabajo", según rezaba la propaganda oficial del Gobierno. Franco no se fiaba de profesionales generalmente reivindicativos y comprometidos con la justicia social como los médicos y practicantes, y ni se le pasó por la cabeza crear un Ministerio de Sanidad, que sí tuvo la II República. Pero, eso sí, diseñó una Dirección General de Sanidad dependiente del Ministerio de la Gobernación (encargado del orden público y el control policial). El SOE era de "carácter obligatorio para los productores económicamente débiles, y con la amplitud y generosidad propia de nuestra Revolución Nacional Sindicalista".

En Santa Cruz de Tenerife tenía gran importancia la asistencia que prestaba el Hospital Civil del Cabildo en régimen de beneficencia, el Hospital Militar, el Hospitalito de Niños Doctor Guigou y un buen número de clínicas privadas junto con la Clínica Infantil San Juan de Dios. Hacia 1960 el Gobierno decide prescindir del concierto que el SOE tenía con la Clínica Llabrés y, como en el resto de España, construir una residencia sanitaria en Ofra, inaugurándose por las máximas autoridades civiles, militares y eclesiásticas del Régimen el 1 de abril de 1966, que con independencia de la alusión al día en que finalizó la Guerra Civil, supuso un paso trascendental en la consecución de una asistencia sanitaria digna y de altura profesional. Ese día se produce el primer nacimiento: la niña María Dolores Candelaria. Por esa época yo estudiaba Medicina en Cádiz, y en el verano fui a visitar la Residencia, quedando admirado de sus instalaciones y del trabajo concreto en Digestivo, entre otros, del doctor Pedro de las Casas, que tanto influyó en mi proyecto de realizar la especialidad de Cirugía Digestiva, como así ha sido.

La Residencia contaba con 152 trabajadores, siendo director Pedro Díez, administrador Luis Sáenz y jefe de Mantenimiento Aurelio Ballester; los sábados por la mañana se trabajaba y a primera hora había una sesión clínica que recuerdo de aceptable nivel científico y grato ambiente, como una de familia de todos los trabajadores. Me llamó la atención la entrega de doce monjas, hermanas de la orden de San Vicente Paúl, encargadas de supervisar enfermería, cocina y lavandería, así como del buen "orden" y "disciplina" dentro de la Residencia. Mi respeto, admiración y veneración hacia ellas.

Hoy el centro dispone de 4.814 trabajadores, lo que supone, según afirmó Mercedes Cueto, directora gerente, en una conferencia organizada por la Asociación Tu Santa Cruz en la sala de la MAC, el 1,37% de la población activa de Tenerife, dato que demuestra su importancia como complejo hospitalario de tercer nivel, que después de una gran labor colaboradora en la docencia con la Facultad de Medicina de La Laguna, en 2002 fue reconocido como Universitario. En 1994 se produce la transferencia del Instituto Nacional de la Salud (Insalud) del Ministerio de Sanidad al Servicio Canario de Salud del Gobierno de Canarias, y previamente como director provincial del Insalud participé en los primeros pasos para dicha transferencia, diseñando nuevos centros de salud y atención especializada, trasladando en 1983 al ministro de Sanidad, Ernest Lluch, la propuesta de construcción de hospitales en el Norte y Sur de Tenerife, que tantas y tantas piedras ha encontrado en su lento caminar.

La Candelaria atiende una población de 500.000 personas, realiza 40.000 operaciones quirúrgicas y atiende 700.000 consultas al año, siendo centro de referencia para el ébola y el trasplante hepático en Canarias. Tres acontecimientos marcan la historia del Hospital, el mayor accidente de la aviación en Los Rodeos, su reconocimiento como universitario y el primer trasplante de hígado, pero tal como trasladé a Mercedes Cueto, la asignatura pendiente sigue siendo la necesidad de humanizar al máximo la relación de los médicos y todos los trabajadores con los pacientes y sus familiares.

*Médico cirujano jefe de sección y profesor de Cirugía General y Digestiva

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