A lo largo de la historia y en muchas culturas, los niños han sido utilizados en conflictos armados, bien como mensajeros, espías, reconocimiento, propaganda, logística o sacrificándolos como combatientes de primera línea, incluso, como ya ha sucedido algunas veces, como niños bomba. El caso de las niñas es aún más dramático: son violadas, marginadas, consideradas como "concubinas", objetos sexuales a disposición de los soldados. No se les otorga la categoría de soldados, se ven atrapadas por una situación sin posibilidad de escapar de los hombres de los que han tenido hijos durante la estancia en los grupos armados.

Ejércitos y grupos paramilitares en todo el planeta todavía violan los derechos fundamentales de decenas de miles de niños, que reclutan la mayoría de las veces como combatientes. Así, en cualquier lugar donde exista un conflicto armado, inevitablemente se termina por involucrar a los niños como soldados.

Amnistía Internacional estima que unos 300.000 menores de edad están participando actualmente en distintos conflictos armados, en más de diecisiete países, y aunque la mayoría de los niños soldado son adolescentes, los hay también desde los siete años de edad.

La utilización de niños y niñas como soldados constituye una gravísima violación, entre otros, de los Derechos Humanos, de los Derechos del Niño, del Derecho Internacional Humanitario, de la Convención 182 de la Organización Internacional del Trabajo. Es decir, existe un amplio arsenal jurídico internacional que prohíbe a los Estados la utilización de niños como soldados. Los países que ratifican los acuerdos internacionales tienen la obligación de no reclutar en sus ejércitos a menores de dieciocho años y de impedir que grupos armados lo hagan. El Derecho Internacional Humanitario considera un crimen de guerra el reclutamiento y la utilización de los niños. Sin embargo, pese a todas estas recomendaciones, la realidad indica que mas de trescientos mil niños soldado participan activamente en tareas bélicas. Su presencia en los conflictos armados despierta mucha más atención que la de millones de niños civiles muertos y afectados por causas de estos conflictos.

Las regulaciones y derechos de los niños soldado no se desarrollaron en los acuerdos de paz hasta 1996, pero a pesar de los avances en las regulaciones y las leyes a partir de dicha fecha, es frustrante reconocer que a día de hoy el reclutamiento y participación en el combate de los menores, las atrocidades contra ellos en el escenario de la guerra y la impunidad por las violaciones siguen sin disminuir en gran medida.

Los niños son mano de obra barata, abundante y de gran utilidad para los grupos paramilitares. Aportan algunas ventajas a los grupos armados: son fanáticos en su adhesión y obedecen sin rebelarse, son fácilmente reemplazables.

Se conoce que muchos niños soldado no son reclutados a la fuerza, tal y como se nos vende en los medios de comunicación como generalidad, sino que eligen un rol en la milicia atraídos por un "supuesto" prestigio, un estatus, el uniforme, para salir del hambre, conseguir algo de dinero. En muchos casos sus padres han muerto en la guerra y la incorporación al grupo armado representa protección. Se alistan para huir de los malos tratos, de la miseria en que viven; otros, por venganza, para poder tener la posibilidad de matar a los asesinos de sus padres y parientes, a los que han visto eliminar delante de sus ojos. Todo ello va engordando el odio desde muy temprana edad, lo que obstaculiza una posible reconciliación. Hay, pues, una mezcla de razones que incitan a los niños a formar parte de los grupos armados. Los "señores de la guerra" los conocen bien. La vulnerabilidad de los niños en las zonas de guerra prepara el escenario para que se acaben convirtiendo en soldados.