Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres

Pitágoras

Ayer, como cada 12 de agosto, se celebraba el Día Internacional de la Juventud. En esta ocasión haciendo un especial llamamiento al empoderamiento de los jóvenes para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Tenemos que tomar consciencia de que es la juventud quien ha de liderar el camino hacia la sostenibilidad de "su" futuro. Pero para eso deben darse dos premisas fundamentales: 1) que existan espacios para la participación y el empoderamiento de los jóvenes y 2) que haya una voluntad real de contar con su participación; y una premisa: que estén "entrenados" para ello. Por esta razón debe haber oportunidades crecientes para que los niños y adolescentes participen en cualquier sistema que aspire a ser democrático, y particularmente en aquellas naciones que ya creen ser democráticas.

A este respecto, Kant ya denunciaba en pleno siglo XVIII que "los padres, en general, no educan a sus hijos más que en vista del mundo presente, aunque esté muy corrompido. Deberían, por el contrario, educarles para que más tarde pudiera producirse un estado mejor". Parece que poco han cambiado las cosas en más de dos siglos de historia... Seguimos rodeados de corrupción, y seguimos sin creer que es en la juventud donde se encuentra la clave de nuestro desarrollo.

Por eso defiendo la necesidad de una participación cada vez más activa y significativa en la toma de decisiones desde una edad temprana, para que los niños y niñas puedan desarrollar su propia identidad, un sentido de pertenencia social y utilidad, aumentando de esta forma su autoestima, que a fin de cuentas es la base de su desarrollo futuro. Los jóvenes no solo son nuestro futuro, también son nuestro presente, y como apuntaba ayer la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, "no basta con esperar un futuro mejor, hay que actuar ahora", porque el mundo no nos pertenece a nosotros, sino a ellos y a sus descendientes. Debemos transmitirles la importancia de encarar nuestra existencia huyendo del cortoplacismo que determina la mayoría de nuestras decisiones.

Los jóvenes ya están contribuyendo a modificar determinados hábitos consumistas y ya están influyendo en cómo se produce, distribuye y consume en el mundo. Los jóvenes tienen impregnado el espíritu empresarial "en verde", y lo están demostrandoa través del diseño de productos y servicios cada vez más sostenibles. Por este motivo, Ban Ki-moon nos instaba ayer a "capacitar a los jóvenes con los recursos, el respaldo y el espacio que necesitan para crear un cambio duradero en nuestro mundo".

Hace pocos días, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco también reclamaba a los jóvenes que dejaran atrás el inmovilismo y reclamasen su lugar en el mundo, no dejando que otros tomen las decisiones por ellos. La droga del egoísmo puede acabar con toda esperanza en el futuro si no tomamos cartas en el asunto. "Puede que os juzguen como unos soñadores -decía el Papa Francisco-, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento". Qué quieren que les diga... Yo prefiero seguir siendo un soñador que cree que otro mundo es posible a conformarme con una realidad que rechazo.

Los ODS sobre los que venimos reflexionando en las últimas semanas parten de la premisa de que es necesario proteger a los jóvenes -especialmente a los niños-, pero desde el convencimiento de que sin ellos no es posible la consecución de los objetivos. Es decir, la juventud es un fin y al mismo tiempo un medio, es la piedra angular de la agenda 2030. El futuro del plantea está en manos de 1.800 millones de jóvenes, lo que supone que estamos ante la población más joven de la historia. Sin embargo, seguimos sin darle la oportunidad de demostrar su valía, y nos empeñamos en etiquetarla a base de estúpidos estereotipos y nombres más o menos comerciales (Millenials, Generación X, Generación Z, "ninis"...) sin preocuparnos de qué etiquetas nos merecemos nosotros, que representamos, desgraciadamente, a la generación más corrupta que se recuerda.

La participación activa de los jóvenes es necesaria e indispensable para promover y lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y avanzar la Agenda 2030, y eso te incluye a ti y me incluye a mí..., que aunque sigamos sumando años de experiencia, mantenemos un espíritu joven y combativo.

*Profesor de Ética de la Universidad Europea de Canarias