Es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable, el factor dominante de la sociedad actual.

Isaac Asimov

No se asusten. No hablamos de dinero. Aunque pensándolo bien, quizás lo que les propongo hoy cueste realmente más que aquello que pudiésemos comprar.

Llevamos ya un tiempo juntos en este viaje de cambio personal. Hemos ido conociéndonos poco a poco, sabiendo que es lo que la psicología puede aportar a un nuevo proyecto de vida, cómo puede ayudarnos y explicarnos qué ocurre cuando intentamos modificar nuestra forma de ser o de hacer.

Si hay algo que parece claro es que para conseguir cambiar hay que moverse. Lo sé, parece una perogrullada, pero es necesario decirlo. Y explicar por qué. Nada cambia si no nos ponemos a ello. Por esto, el primer consejo es ¡desconfiemos! Y hagámoslo con todo aquello que suene a milagro "queno nosvaacostarnada". Si queremos cambiar un hábito o introducir uno nuevo en nuestra vida, va a ser difícil. O como nos gusta más en Cámbiate. Va a ser un reto. Y esto es lo principal que debemos asumir.

La multitud de ofertas para conseguir bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicio, etc., que podemos leer o ver en cualquier lugar y en cualquier momento del año, y que nos prometen transiciones hacia una nueva y maravillosa vida, sin esfuerzo, no son ciertas. Y lo que van a conseguir es precisamente todo lo contrario: disminuir nuestra capacidad de abordar el cambio que queramos, consiguiendo que nuestra autoestima se vaya por los suelos y vaciarnos el bolsillo.

Uno de los recursos más utilizados a la hora de darle un tinte científico a cualquiera de estas propuestas empaquetadas es ponerle números. Desde los mágicos 21 días, o 30, o 43, son muchos los estudios que asocian la modificación de hábitos a un tiempo determinado para su consolidación. Y esto es un ejemplo de cómo se puede arrimar el ascua a nuestra sardina, fundamentándolo en estudios parciales o dirigidos.

Porque la mayoría de estas investigaciones extienden las conclusiones que obtienen en un entorno determinado, con una población específica, en una cultura concreta, con una conducta definida; al universo. Y esto, al menos, puede resultar engañoso. En muchos casos, hasta peligroso. No sirve todo para todos. Esa sería la idea.

Esto es lo que concluye un estudio de la Universidad de Londres llevado a cabo por la psicóloga Phillipa Lally. De media, aquellos individuos que trataban de adquirir nuevos hábitos tales como tomar fruta a diario o salir a correr tardaban una media de 66 días antes de informar que la misma se había consolidado. Puede que esto resulte deprimente, ¡son tres meses!, pero lo cierto es que el rango de días variaba entre individuos de una forma asombrosa. ¡Había quien lo conseguía en 18 días y quien tardaba hasta 245!

¿Qué nos hace pensar esto? Indudablemente el cambio de hábitos no es algo que se pueda empaquetar. Depende mucho de cada persona, por supuesto. De las condiciones en que se plantee llevarlo a cabo y, cómo no, de lo que quiera cambiar.

Si no tenemos estos tres aspectos en cuenta es como si estuviésemos apostando a las carreras de caballos. Los cambios exigen mucho más que el tiempo o la constancia. Una de las reglas comunes a todos estos "paquetes prefabricados" de cambio, que sugieren que saltarse un día en la realización de nuestro plan es volver a empezar de nuevo, no es cierta en absoluto. De hecho lo que produce el efecto de haber fracasado es precisamente creer esto. Podemos tropezar en nuestro intento de cambiar o iniciar una nueva conducta, ¡lo que faltaba!

Lo que no debemos de apartar de nuestra mente es nuestro objetivo, que cuanto más personalizado y pequeño sea, mejor. Y aquí seguiremos ayudándote a hacerlo.