Decían que esta semana iban a bajar las temperaturas. Claro que a los meteorólogos nadie les informa de las cosas que pasan en el Gobierno de Canarias. Así que, perdidos entre las isobaras y los anticiclones, no se dieron cuenta de que las fricciones que se iban a producir entre el PSOE y Coalición Canaria a cuenta de la Consejería de Sanidad, iban a poner el mercurio de los termómetros al borde de la explosión. Lo que no había conseguido la Ley del Suelo.

El asunto del aumento del gasto de personal en Sanidad es la típica cuestión en la que todo el mundo tiene un poco de razón. La tiene la consejera de Hacienda, Dávila, cuando detecta que la desviación del presupuesto ha triplicado a estas alturas de año la desviación original que el consejero Morera había pactado con ella. La tiene Jesús Morera, porque está administrando la prestación de un servicio público con casi cuatrocientos millones de euros menos de los que se contaba en el año 2009. Y la tiene el presidente, Fernando Clavijo, quien después de estudiarse los números ha visto que aunque crece el gasto en nóminas del personal sanitario no ha crecido el gasto farmacéutico ni el de adquisiciones de material hospitalario: lo que equivale a decir que se produce lo mismo gastando tres veces más. Chungo.

Si Montoro tuviera sentido del humor estaría a estas alturas partido de la risa en su despacho de la calle de Alcalá, con los presupuestos almidonados y los dardos fiscales apoyados en la cadera. No sólo ha conseguido que se olvide de que ha sido su Gobierno el que ha situado a la cola de la financiación a la comunidad más lejana, más fragmentada y con más sobrecostos. A una de las más pobres y con mayores problemas. No sólo nos ha hundido en el pozo más oscuro, tratándonos peor que al peor tratado de los territorios peninsulares, escamoteando más de 300 euros per cápita -no sé si en Canarias se puede aplicar eso de "por cabeza"- en los servicios públicos del Estado. No sólo nos ha recortado las inversiones en carreteras, en infraestructuras turísticas o en empleo... No sólo lo ha logrado hacer sin que nos hayamos ciscado colectivamente en sus antepasados hasta remontarnos a Atapuerca -de ese nombre viene el adjetivo de la política hacia estas islas, seguramente-, sino que encima puede darse el gusto de observarnos como perros famélicos y rabiosos peleándonos por el último hueso.

La indigencia mental del ejercicio político en las Islas ha detectado de inmediato un nuevo filón para hincar el diente. En su afán de salvar al náufrago que se ahoga, ya hay un numeroso grupo de buenos samaritanos que se han tirado al agua para ver de enturbiar las aguas lo máximo posible y agarrarle por los pies no sea que vaya a salir nadando. El secretario de Organización del PSOE, Julio Cruz, ha dicho que el tema de Sanidad es "una cortina de humo" de Coalición Canaria para ocultar el juicio de Las Teresitas. Cruz como vidente político se habría muerto de hambre. A Clavijo se la trae extremadamente floja el destino de Miguel Zerolo y sus compañeros de corporación. Pero aunque se dude de eso, lo que resulta imposible es que Jesús Morera haya preparado meticulosamente triplicar el gasto en sueldos y salarios de la Sanidad canaria para que precisamente ahora se formara una carajera que sirviera de distracción al personal.

Empiezan a surgir grietas en el pacto que no vienen de fuera, sino de dentro. Los enemigos del pacto CC-PSOE (y pongan dentro de la cereta a buena parte de los militantes de ambos partidos) llevan desde el primer día diciendo primero que el pacto era imposible y después que no se iba a mantener. Lo mejor de las profecías apocalípticas cuando se repiten una y otra vez, de forma constante en el tiempo, es que alguna vez se acierta. La temperatura y la energía del pacto entre nacionalistas y socialistas, empiezan a sentir el imparable empuje del desorden.

Mientras Julio Cruz soltaba lo del humo, uno de sus compañeros socialistas en el Gobierno intentó convertir el juicio de Las Teresitas en un "reality" emitido en directo por las televisiones, poniendo dinero de una consejería para pagar los gastos de retransmisión. Desde la parte de Coalición le indicaron finamente dónde estaban los motores en el Wolfwagen Escarabajo, que es en la parte trasera, y le sugirieron que mandaran las unidades móviles a retransmitir los juicios de los ERE en Sevilla. Por el humo -lo dice Cruz, experto en fogaleras- se sabe donde está el fuego. Y las fricciones entre nacionalistas y socialistas empiezan a ser llamativas. Cualquier día una chispa se va a convertir en un incendio que nadie podrá apagar.