El hecho en sí de la corrupción es tan amplio y diverso que cualquier acto que por acción u omisión utilice medios públicos en perjuicio del interés ciudadano y en beneficio de personas o intereses particulares se puede considerar corrupto. La corrupción, que aunque con mucho cansancio y hastío sigue acaparando la atención mayoritaria de la opinión pública -ya resulta casi imposible recordar tantos casos habidos y siguen saliendo a la luz pública-, no es de ahora, baste recordar que fue la causa del derrumbe del Gobierno de Alejandro Lerroux en 1935 por el escándalo del estraperlo, o de un golpe a la credibilidad del Gobierno de Felipe González por el caso Roldán, primer director civil de una institución tan valorada y respetada en cuestiones de honor como la Guardia Civil.

Y si bien la corrupción no cesa en España desde la Constitución de 1978, minando gravemente la credibilidad de las instituciones, el sistema democrático y la confianza de los votantes, sin embargo no ha tenido una especial incidencia en los resultados electorales, o por lo menos no se entiende que los escándalos del PP no le hayan impedido ser el partido más votado el 20D de 2015 y el 26J de 2016.

Si miramos hacia atrás, corrupción ha habido siempre, y la literatura picaresca del Siglo de Oro se hizo eco de la del reinado de Felipe III, gobernando el duque de Lerma. En el siglo XIX la reina María Cristina de Borbón participó en operaciones ferroviarias y de la sal, y en la II República la compra de coches oficiales y gastos en combustible fueron muy cuestionados. La corrupción económica fue consustancial con la dictadura franquista, que protegió el estraperlo como modo de contrabando dirigido desde las altas instituciones, siendo muy comentados el caso del ministro de Comercio Manuel Arburua, que de botones llegó a multimillonario, o el de Juan March, que apoyó a los sublevados al inicio de la Guerra Civil, siendo considerado por la prensa extranjera como el último pirata del Mediterráneo y uno de los principales contrabandistas españoles. El Gobierno franquista impidió el juicio a un hermano de Franco, Nicolás, por el hundimiento de una empresa de manufacturas metálicas, el caso Matesa fue consecuencia de enfrentamientos entre falangistas y tecnócratas, y Sofico una inmobiliaria fantasma creada en 1962 para construir apartamentos en la Costa del Sol.

Los gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo tuvieron que lidiar el aceite de colza, que envenenó numerosos ciudadanos, y los de Felipe González el caso Flick de financiación ilegal de partidos políticos y evasión de impuestos en Alemania, el de Kio de operaciones rocambolescas de Javier de la Rosa, la Rumasa de Ruiz Mateos, Filesa, Ibercor (que afectó a Mariano Rubio como gobernador del Banco de España), el de Casinos de financiación irregular de Convergencia y Unió, el caso Urralburu en el Gobierno de Navarra, una presunta red de facturas falsas de militares y policías, la malversación de fondos en el BOE o el controvertido caso GAL, por citar casos significativos.

Durante el Gobierno de Aznar trascendió la financiación irregular del PP en Zamora, o las ayudas al lino (condenando el Tribunal de Justicia de la Unión Europea a España a devolver 129 de los 134 millones de euros cobrados), el presunto tráfico de influencias en el caso Villalonga de Telefónica, el presunto fraude con subvenciones del INEM o el caso Gescartera con un agujero patrimonial de 50 millones de euros.

Durante el Gobierno de Zapatero trascendió la operación Malaya del GIL, los casos Gurtel y Matas del PP, favores del PP a constructores en Salamanca, los ERES relacionados con cargos del PSOE en Andalucía, en Canarias se destapa el caso Salmón, siendo imputado Soria por cohecho (y archivado), un ex alcalde de Alozaina, de IU, es condenado a veinte años de inhabilitación, y el caso Nóos de presunto fraude fiscal de Iñaki Urdangarin arrastra a la infanta Cristina a una presunta apropiación indebida. Con el Gobierno de Mariano Rajoy los escándalos en Madrid, Valencia, Galicia, los viajes del presidente del Poder Judicial, Carlos Dívar, o del senador Monago, el "Luis, sé fuerte" a Bárcenas, las tarjetas black de Caja Madrid y Rato, o el nombramiento, abortado, de Soria en el Banco Mundial, no son ciencia ficción, y ahora CC bañándose en Las Teresitas, tampoco.

*Senador del PSOE por Tenerife en la VIII y X Legislaturas