Son los que trabajan nuestra tierra los que han decidido apostar por nuestras zonas rurales, nuestro suelo rústico y empujar nuestro sector primario. El paisaje de Tenerife es el sector agrario, el paisaje de nuestra Isla se lo debemos a quienes lo han trabajado y conservado, y, por lo tanto, a ese paisaje hay que ponerle rostro.

Desde las instituciones públicas debemos, por tanto, hacer lo posible para facilitar y potenciar el desarrollo de este sector, permitir medidas que dignifiquen la forma de vida de esa población que reside en nuestros núcleos rurales, conseguir que podamos avanzar hacia una mayor autonomía agroalimentaria, una mejora de la calidad de vida y del nivel de renta de estos ciudadanos.

Una tarea que debemos realizar con instrumentos que nos ofrece nuestra propia legislación, como la futura Ley del Suelo que se tramita en el Parlamento de Canarias. Esta ley debe facilitar y potenciar el sector primario y agrícola de la Isla, dejando que se puedan llevar a cabo actividades que ahora mismo la legislación no permite porque existe demasiada complejidad normativa, emanada desde la propia Cámara regional.

En nuestros suelos rústicos existe un sector importante que queremos potenciar, y que tiene que encontrar su encaje en esta ley, formado por los asentamientos rurales, parques rurales, como Anaga y Teno, el Parque Nacional del Teide y el sector agrícola.

Esta futura ley tiene que facilitar infraestructuras al sector agrario que permitan su crecimiento. No podemos permitir que la gente que trabaja nuestra tierra siga perdiendo su sustento con las llamadas calificaciones territoriales, que los agricultores no puedan acceder a las ayudas con las que cuentan por tener que esperar más de un año, en el mejor de los casos, para un permiso de instalación de un sistema de riego en su finca, realizar mejoras en un depósito de agua, o simplemente colocar un vallado.

Que las mejoras en sus infraestructuras hagan posible y permitan la rentabilidad de ese patrimonio histórico, que puedan ser un complemento económico para la mejora de su bienestar, y que puedan estar en igualdad de condiciones que el resto de la población que reside en otras zonas.

Y dentro de ese desarrollo, se trata también de consolidar las casas de nuestros antepasados, que les permita rehabilitar las viviendas que forman parte de nuestro patrimonio histórico, y que les suponga otra forma más de ganarse su sustento y de vivir.

Esta ley debe facilitar la puesta en marcha de medidas para detener el paulatino abandono que sufre el suelo y la actividad agrícola de Tenerife, así como mantener el paisaje de las zonas rurales.

No podemos entender cómo siendo estratégico el suelo rústico, es decir, cómo el 18,1% catalogado como suelo rústico agrícola en Canarias, sólo tengamos en producción el 5,58%, lo que es una muestra más a favor de que tenemos que trabajar por la gente que vive y fija población en suelo rústico.

Hay que facilitar la reactivación agrícola de la Isla, con los objetivos de mejorar la calidad de su producción, ayudar a la comercialización y promoción de sus productos en nuestra industria turística, y además, preservar el paisaje agrícola característico.

Hay que potenciar el desarrollo del sector primario, con una "apuesta firme" por la soberanía alimentaria, y con la aplicación de medidas orientadas a recuperar sus producciones para el mercado interior, proteger la agricultura y ganadería tradicionales, e impulsar el desarrollo del sector.

No podemos dejar que los productos de nuestra tierra no se puedan promocionar en nuestro sector turístico frente a la facilidad que tiene la promoción de los foráneos. Que, aunque sean dos sectores diferentes de la economía, turismo y agricultura sean un mismo valor para la Isla de Tenerife.

*Vicepresidente primero del Cabildo de Tenerife y presidente del Grupo Socialista en la Institución insular