Fundada en el Reino de Castilla en el siglo XII, su objetivo inicial era proteger la villa del mismo nombre, pero con los años pasó a ser una orden militar de carácter honorífico y nobiliario. No es mi intención comentar sus particularidades, pero el título me permite introducir el tema a tratar hoy, del todopoderoso arquitecto Santiago Calatrava. Aprovechando la noticia de la publicación de un libro sobre su obra, y de una entrevista en otro medio, les contaré por qué las autoridades de nuestro Cabildo Insular no pueden mover ni una silla del Auditorio sin su consentimiento, pues su amenaza es que el edificio quedará descatalogado del listado general de su obra.

En esa reciente entrevista dio algunas respuestas poco acertadas, "Tenerife no me merece", dijo. Me gustaría recordarle que tener un edificio-monumento porque es vistoso y un emblema para la ciudad, no es suficiente. Los tinerfeños merecemos que una obra, por la que se han pagado dieciséis mil millones de las antiguas pesetas, también sea funcional, con butacas donde pueda sentarse alguien que mida más de 1,70, y no poner las rodillas en la cabeza del de la fila de delante. Para su costo, al menos la acústica podría ser mejor, pues a partir de la fila 16 o 17, no se percibe con claridad lo que pasa en el escenario. Si entramos en materia de seguridad, mejor estaría calladito, ya que una puerta por la que no pasan dos personas a la vez, no creo que cumpla la normativa. Puede que olvidara que en los descansos de los espectáculos, a la gente le gusta comentar y charlar sobre lo que están viendo, algo que es imposible hacer en el vestíbulo con el eco y el ruido ensordecedor que forman tantas voces. Debería haber pensado en la variedad de publico que asistiría, altos, bajos, flacos, obesos, con discapacidad física... no creo que dos ascensores para cuatro personas, y un sinfín de escalones pensados para zapatos del 38, faciliten el acceso a las mil seiscientas y pico localidades. Tampoco se molestó en diseñar una salida de artistas, a la gente le gusta pedir autógrafos, y en este recinto si quieres que te firmen una foto, te toca esperar en el aparcamiento. Y estas son sólo las cosas que ve el público, si entro en el diseño del interior, podría seguir enumerando defectos y llenaría páginas enteras.

Este es uno de los muchos trabajos de un ser endiosado y soberbio, que los políticos no deberían haber permitido desde el momento de la presentación del proyecto en el Colegio de Arquitectos de Santa Cruz, lleno hasta la bandera con la presencia de Adán Martín, distintas autoridades culturales y la plana mayor de la profesión. Todavía recuerdo las risitas de algunos, cuando un servidor, con mucha educación, preguntó por qué no había foso para la Orquesta, a lo que él respondió saliendo por la tangente, e indicándome que era un recinto solo para la OST, y que si quería ver ópera que me fuera a Milán, Londres o Viena. Como me pareció una burla para los aficionados, abandoné la sala antes de terminar la exposición, y me cogí un taxi en la puerta para venirme a EL DÍA y hacer unas declaraciones, pues en aquel momento era el presidente de la ATAO. Días después don Adán aseguró en los medios que habría foso, y me pidió disculpas por la salida de tono de su excelencia.

El señor Calatrava estará muy satisfecho con su obra, pero a los espectadores nos gustaría disfrutar de un entretenimiento con la máxima comodidad posible y no desear que termine cuanto antes para irse a estirar las piernas. Alguien ha propuesto que lo nombren persona non grata, de nada sirve, pero no hay que callarse ni encargar más trabajo a quien dice que no le merecemos. Lo que sí hemos ganado es que gracias a la inusitada labor de muchos responsables de cultura, ahora haya en el recinto una variada programación que incluye conciertos sinfónicos, ópera, ballet, musicales, y otros estilos para todos los públicos.

Termino con un recuerdo para un amigo que se ha ido estos días, Manolo Bello, quien junto a su hermano Alberto fueron un baluarte para la ATAO. Descanse en paz.

aguayotenerife@gmail.com