Resulta natural encontrar en la prensa reflexiones sobre modelos, maneras o formas de abordar con éxito la gestión directiva. Sin perjuicio de ello, desde la Asociación Española de Directivos (AED) nos empeñamos en promover el contacto permanente y directo entre directivos, como fórmula óptima para una efectiva transmisión del conocimiento. En esta reflexión que hoy traemos pretendemos, nuevamente, aportar algunas pautas para la gestión que, de directivo a directivo, consideramos útiles y además interesantes.

1.- La formación debe ser una constante. El directivo tiene que aspirar a ser un profesional con amplios conocimientos, lo que requiere no solo un considerable esfuerzo de actualización, sino también mantener una constante actitud de curiosidad por su entorno, por los avances de la tecnología, por la cultura, por la historia, en definitiva, por todo lo que sucede. Un buen profesional no debe encerrarse nunca en las cuatro paredes de su negocio. El directivo necesita saber para prever y así intentar desarrollar la capacidad para prevenir en un entorno cambiante y complejo.

2.- La fuerza de un directivo no es sólo producto de su capacidad física e intelectual; su fuerza descansa también en una indomable voluntad "de hacer". "Donde no falla la voluntad siempre hay un camino", máxima que escuchábamos en la película de "El Señor de los Anillos" y que sintetiza de manera magistral la importancia decisiva que tiene la voluntad, en esencia, la fuerza de la voluntad.

3.- Si tuviéramos que elegir un arma infalible esta sería, una y mil veces, "el ejemplo". No hay fuerza más determinante para la motivación que el propio ejemplo. Nuestro equipo será para bien o para mal espejo de lo que hacemos; imitarán nuestros actos, nuestra manera de hacer, nuestra forma de comunicar. En definitiva imitarán todo lo que vine a conformar la marca y el modelo de nuestra gestión. No olvidemos que las personas estamos más unidas por la voluntad que por los acuerdos formales; nos unen más los sentimientos que las palabras. Ser ejemplares es la mejor autoridad y para lograrlo una de las claves está en demostrar coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Dirigir es conseguir que la gente crezca a tu alrededor; dirigir no es controlar, porque un equipo comprometido, no necesita ser controlado.

4.- Las responsabilidades "no caducan". Cuando se asume el reto de liderar un proyecto se adquiere un compromiso de principio a fin, frente al equipo y frente a la empresa. Un directivo puede delegar una tarea pero no la responsabilidad; ésta no es delegable. Hay que asegurarse que todos en la organización asuman su cuota de responsabilidad, y para conseguir esto hacen falta dos cosas. En primer lugar, cerciorarse de que el equipo tenga muy claro cuáles son los objetivos a corto y medio plazo. En segundo lugar, el directivo deberá empeñarse en liberar el potencial de cada uno de sus colabores, propiciando un clima de confianza necesario para que el equipo tome por sí mismo decisiones, asuma riesgos, aprenda de los errores y se refuerce con los éxitos.

5.- Cuando preguntamos a directivos de éxito por el secreto para conectar y aglutinar voluntades, la respuesta siempre es la misma: mira de frente. Ser transparente, compartir las inquietudes, pedir ayuda cuando se necesite, reconocer los esfuerzos y pedir perdón ante el error, les aseguro que es rentable. En síntesis, cuanto más cerca estés de tu equipo, más próxima será su respuesta y mayor también será su compromiso. El cara a cara es insustituible. En el mundo de la gestión, pocas cosas son tan importantes como conocer y conectar con las personas.

Voluntad, talento, honestidad, coherencia, mucho trabajo y el cuidado de los pequeños detalles, serán unos buenos ingredientes para llevar siempre en la mochila de la vida.

AED Canarias

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