En paralelo a lo que ocurre en Madrid, donde se escenifica en el Congreso el precario desbloqueo de la política nacional, en Canarias se mueven las aguas revueltas del endeble pacto de gobierno entre socialistas y nacionalistas. Y una cosa y la otra guardan relación.

El hecho noticioso es que el PSOE, el PP y Nueva Canarias podrían firmar un acuerdo de gobierno para mandar a Coalición Canaria a la oposición. Eso es lo que se publicó ayer. Aparentemente, parece poco creíble que Román Rodríguez, que ha echado espuma por la boca sobre la derecha, esté dispuesto a gobernar con los populares. Pero en Canarias todo es posible, incluso el surrealismo político. Y la tentación de cargarse a la competencia nacionalista podría resultar un estímulo suficiente para la gente de Nueva Canarias. Para el PSOE también es tentador: "A ver si en CC dejan de pensar que ellos son los únicos que pueden bailar con todos", decía ayer un significado miembro del partido.

En realidad, la noticia es un acelerante. De esos que los pirómanos ponen en los fuegos para que se produzca una deflagración. Al presidente Clavijo le viene como rosquilla al dedo que algunos en su partido, reacios a un acuerdo con la derecha, sientan un cierto calorcito en los bajos al pensar en que se pueden encontrar compuestos y sin novia. Atar las antorchas en los rabos de los zorros y soltarlos por la finca es una manera expeditiva -aunque peligrosa- de extender un incendio. A Asier Antona también le hace salir mejor en la foto porque el PP aparenta no estar condenado a gobernar con los nacionalistas moderados, sino que se le amplía la cartilla de baile. De bailar con lobos a bailar con bobos solo cambia una letra. El generoso apoyo de los socialistas a la investidura de Rajoy y la oferta del PP de sostener al PSOE en aquellas comunidades donde Podemos les retire su apoyo está causando estragos en la tribu. Cosas que parecían imposibles ya solo parecen improbables.

Es difícil de soslayar que el PSOE ha negado tajantemente que existan conversaciones con el PP. Los escépticos -esos que piensan que la realidad no debe estropear una buena noticia- aseguran que eso es lo que se dice siempre y que cuando el río suena es que lleva agua. En realidad, para los socialistas es más cómodo seguir en este pacto que inventarse otro a priori mas complicado. Pero están encasquillados en la duda. Lo bueno de los zorros con la antorcha en el rabo es que además de correr por la finca de CC también lo hacen por la del PSOE. Al aparato del partido le empieza a correr el reloj. Los nacionalistas están tocando la campana y el tren está a punto de marcharse, así que la decisión de quedarse en el pacto o consumar la ruptura ya no se puede posponer sine díe. Este fin de semana habrá un Gobierno prisionero en Madrid. Y toca tomar una decisión en Canarias que, lo quieran o no, sigue estando en el tejado de los socialistas.