Hay días en que la sensación de que uno es realmente un tabobo adquiere proporciones extraordinarias. Aún sigo con tortícolis producto de mirar durante más de una hora esperando la aparición de la jodidida superluna detrás de unas nubes negras. ¿Superluna? Mientras mi mujer sacaba fotos me puse a medir a ojo de mago a nuestro entrañable satélite y puedo jurar por mis ancestros que a mi me parecía la misma luna de siempre. En realidad, el aumento de tamaño de la luna, por su cercanía a la Tierra, es imperceptible a simple vista. Y lo de la superluna no es más que una de las muchas entelequias a las que se pone un gran titular y un nombre comercial para convertir en un gran acontecimiento lo que no es más que un buñuelo de viento.

Y es que nuestra sociedad se está especializando en el suflé mediatico. En hinchar hasta lo indecible las formas de las cosas, más que las cosas en sí mismas. A pesar de la tortícolis he podido leer la rimbombante presentación del presupuesto general de la Comunidad que se presenta como "el más social de la historia". Que es exactamente como se presentan todos presupuestos. Pero además se acompaña de titulares tan extremadamente incomprensibles como que "ocho de cada diez euros están dedicados a las personas" lo que, llevado a la literalidad, hace pensar que dos de cada diez euros se destinan a los lagartos de Salmor o a los pejeverdes. Cosa que no es cierta, naturalmente, porque diez de cada diez euros van dedicados a las "personas humanas".

En esta cacofonía de tonterías varias se deslizan algunas especialmente singulares. El PP de Canarias, por ejemplo, ha decidido recuperar las esencias liberales que alguna vez, en algún tiempo pasado que siempre fue mejor, tuvo el partido a nivel nacional. Por eso ha saltado a las embravecidas aguas de los titulares pidiendo una rebaja de los impuestos indirectos canarios (los que gravan a todo el mundo por igual en la adquisición de bienes y servicios). Asier Antona ha dicho que hay que bajar el IGIC, que supone una recaudación de 1.500 millones cada año, con el sensato argumento de que cuanto más dinero tengan los ciudadanos en su bolsillo más más se activará la economía regional.

Canarias, a mi juicio, tiene un modelo fiscal que se pega de bofetadas con su modelo económico de venta de servicios turísticos y comerciales. Lo lógico es que hubiéramos seguido siendo una tierra de franquicias aduaneras y al consumo. Pero lo entregamos, a cambio de pasta gansa que venía de Bruselas y de Madrid. Para poder pagar el tinglado que hoy tenemos montado en las islas __ciento y pico mil funcionarios y una compleja de red de administraciones__ hay que ordeñar al personal a modo y manera. No es casual que el Gobierno prevea el fortalecimiento de la Agencia Tributaria canaria, que será la encargada de alimentar al bicho. Que PP pida aquí lo que no pide en Madrid es puro suflé. Pero además es una coña. Porque si aquí nos ordeñan más es porque viene menos leche de La Moncloa. Y lo saben.