Esto de las previsiones y las alertas se ha convertido en una tomadura de pelo. Da la impresión de que nadie acierta a adivinar el clima que nos aguarda, y en caso contrario se nos anuncia "el fin del mundo" para que luego no ocurra absolutamente nada. Nada digno de mención. Tratamos una llovizna como si fuera un huracán que va a devastar la faz de la Tierra. Cada vez más gente se mofa de los alertadores como si fueran un hazmerreír o un haragán, y es que en Canarias da la impresión de que el Gobierno y la Aemet no dan una. Y esa es la sensación que hay en la calle, quizás injusta, pero es así.

No sé en qué momento dejamos de acostumbrarnos a que en invierno llueve y hace relativo frío, ahora resulta que corremos a los colegios despavoridos a recoger aterrorizados a los niños cuando caen cuatro gotas y ellos están más a gusto que un arbusto. Es un disparate la cultura que se ha creado en torno a la lluvia. Supongo que en Canarias ya ni se venderán botas de agua. Yo crecí saltando charcos, empapándome y recogiendo granizo en el colegio, algo que dentro de poco estará hasta multado. Seguro que en esos otros lugares donde llueve a raudales, hace viento e incluso nieva, la humanidad habrá sido arrasada y todo atisbo de vida será un recuerdo. ¡Ay... somos unos horteras!

@JC_Alberto