El retraso en el nombramiento del presidente de la gestora de los socialistas canarios se está explicando por las guerras internas de las dos facciones del partido enfrentadas en la lucha por el poder interno. Pero en realidad no es así. La federal del PSOE ha estado echando humo los últimos días a causa de las negociaciones con el Partido Nacionalista Vasco para formar un pacto de gobierno "aceptable" en Euskadi. Lo de Canarias, en ese contexto, les importaba un comino.

El PNV ha intentado incorporar al pacto el reconocimiento del País Vasco como nación y el derecho a la autodeterminación, con referéndum incluido. Lo que significaba abrir un segundo frente en la guerra secesionista de los territorios en España. El PSOE no lo podía permitir. Primero porque se cargaron a Pedro Sánchez por proponer lo mismo que estaban dispuestos a aceptar los socialistas vascos. Y segundo, porque se abriría una nueva grieta en la estructura territorial del partido. Al final se ha buscado una alambicada fórmula que consiste en lo que en rugby se denomina "patada a seguir". Se ha remitido esa discusión a un futuro debate en el seno del Parlamento vasco pero dejando claro que el PSOE está dispuesto a cualquier cosa pero dentro de la legalidad vigente.

Una vez cerrado temporalmente el problema vasco, estamos en el momento del nombramiento de la nueva gestora en Canarias. Por eso se han acelerado los movimientos estratégicos. Unos para colocar a alguien próximo al frente de la gestora. Y otros para impedirlo. Un nuevo escenario del famoso choque entre el sector crítico contra el resto del mundo mundial.

Es un misterio que los socialistas canarios estén estirando tanto un chicle tan venenoso para su futuro. El verdadero problema del PSOE no son sus enfrentamientos internos, sino su pérdida de apoyos electorales. El partido atraviesa una grave crisis de identidad que necesita medidas urgentes. Un congreso en Canarias (y a nivel nacional) acabaría de una manera expeditiva con el tenderete de disensiones y formaría un equipo dirigente investido de la suficiente autoridad como para acabar de una vez por todas con la provisionalidad. No va a ser así. La gestora no es una solución, sino un apaño. Y seguirá padeciendo los mismos males que tenía el equipo saliente de José Miguel Pérez.

Esta semana, en que se nombrará al nuevo equipo socialista, se vence también el plazo para que Coalición Canaria cumpla con su compromiso de presentar mociones de censura en Puerto de la Cruz y Arico. Y parece bastante difícil que consiga, porque lo que piensan los príncipes no es lo que sienten los concejales. Si no se logra reconducir la situación de los pactos municipales, el sector crítico socialista volverá a la carga con los incumplimientos del "repacto". Es bastante posible que no pase nada, porque el PSOE ha salido fortalecido en las áreas que gestiona en los presupuestos de la Comunidad, pero habrá tomate. Y la gestora tendrá que iniciar su mandato reconduciendo y calmando las aguas revueltas y churruscándose el sobaco nada más empezar su mandato provisional. Pan para hoy y hambre para mañana.