La Real Academia Española de la Lengua es de la que emana la norma, pero una vez dicho esto, me niego a decir "asín". No voy a decir "toballa" en lugar de toalla ni "vagamundo" en lugar de vagabundo. Aunque el entorno me intente sacar de quicio. De un tiempo a esta parte y lejos de españolizar anglicismos y articular la lengua, los académicos también se han empeñado en dar entrada en nuestro Diccionario a todo un ramillete de palabras utilizadas hasta ahora por la España más profunda. La forma de hablar de los catetos hoy se nos plantea aceptable. No lo entiendo.

Aunque la Academia lo permita, no pienso utilizar "almóndiga" en lugar de albóndiga, ni llamar al "dotor" cuando la salud lo requiera. Si me enfundo unos pantalones serán unos vaqueros y no unos "bluyín", y si me subo las mangas de la camisa, no me las "arremango". Lejos de la idoneidad de la divulgación del buen uso de las palabras, la RAE afirma que estas formas de escritura que asociamos a los magos, pero muy magos, son vulgarismos en desuso. Eso sí, tienen entrada en su diccionario y sólo nos encontramos con la indicación "U.c.vlug", algo prácticamente indescrifrable.

El pecho de las mujeres es el "tetamen", pero si se dan la vuelta y te fijas en las nalgas les estarás mirando el "culamen". Con la leche mojas unas "madalenas" y las clases empiezan en "setiembre", lo más tardar en "otubre". De esto, al "haiga" y la "cocleta" va un paso: ¿es esto realmente una evolución?

JC_Alberto